El miércoles por la mañana murió a sus 89 años el periodista Jorge Ribadeneira Araujo. Su recuerdo y don de gentes seguirá presente.
La vocación de Jorge Ribadeneira se decantó temprano. Ya en 1956 caminaba por las redacciones para relatar con su pluma leve y directa los detalles de su otra pasión: el deporte.
Empezó en el Diario del Ecuador, convencido por Blasco Moscoso Cuesta (conocido por sus comentarios deportivos en Radio Quito) ; recaló en 1959 en esta casa editorial que publicó sus notas hasta el fin de su creación periodística.
Si algo distinguió a Jorge fue su condición de cronista. Quizá el más certero y perspicaz para resumir con palabras fáciles, lo complejo. La difícil facilidad, solo de algunos elegidos, como un don en otras artes.
Primero fue el periodismo deportivo, ya que Jorge fue un jugador de baloncesto destacado, integrante de un equipo célebre. Más tarde esa afición lo vinculó con la Marathón de los Barrios Quiteños, luego transformada en la carrera Quito – Últimas Noticias a cuya organización dedicó muchos años de su vida. 25 ediciones.
Con el entonces vespertino, el nacimiento de la Serenata Quiteña, antecedente de las Fiestas de Quito, en las que música, desfiles y corridas de toros convivieron por más de medio siglo dando lustre a Quito.
Jorge nació en Guaranda en junio de 1930. Era una persona ‘chusca’, palabra que describía a personajes de épocas pasadas, con chispa y gracejo sin iguales. Él contaba una anécdota. En Guaranda habrían colocado una placa que rezaba: ‘‘En esta casa nació el periodista quiteño Jorge Ribadeneira’.
En este Diario se hizo, se casó y creció. Teresita Carrión fue el amor de su vida. Jorge fue Director de Últimas Noticias y EL COMERCIO. Escribió miles de editoriales, columnas de opinión, publicó entrevistas, crónicas viajeras, abordó los más diversos temas de actualidad nacional y mundial y tuvo en el humor un talento especial. Soflaquito, fue uno de sus seudónimos.
Llegada la época de elecciones presidenciales o mundiales de fútbol, Jorge se daba a la tarea de anotar pronósticos, hacer pollas y preguntar pareceres sobre los resultados.
Un punto que siempre le trajo los mejores recuerdos fue la cobertura del Mundial de México 70. La agencia de noticias United Press International le asignó el seguimiento del equipo de Brasil. Aquel de Pelé, Tostao, Jairzinho, Gerson y más figuras, campeón y dueño de la copa Jules Rimet.
Su pluma suelta le llevó a escribir una decena de libros, desde anécdotas, versos y temas deportivos o aquellos Tiempos Idos, del añorado Quito que supo vivir y disfrutar. Amigo de sus amigos y gentil jefe y compañero. Su amplia sonrisa y carcajada abierta quedará entre quienes le conocimos y le admiramos. Al recibir la noticia de su sentida muerte y al prender el equipo de música del auto para venir al Diario sonó, por coincidencia, la sevillana del adiós. ‘Ese vació que deja el amigo que se va’, reza su letra. El ser humano, como dijo algún escritor, solo muere cuando muere su recuerdo.