Luego de intensas y difíciles negociaciones, el 14 de julio de 2015 se firmó en Viena (Austria) el Plan de Acción Integral Conjunto (PAIC) entre Irán y cinco países miembros del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, China, Rusia) y la Unión Europea.
Este acuerdo limitaba los programas de enriquecimiento de uranio que tenía Irán con fines bélicos. Con el consentimiento de las mismas autoridades iraníes se acordó eliminar sus reservas de uranio enriquecido medio y bajo en un 98%, así como sus plantas centrifugadoras de gas y reactores nucleares de agua pesada en un periodo de 13 años. Para monitorear este cumplimiento el Organismo Internacional de Energía Atómica (OEIA) tendría pleno acceso a todas las instalaciones nucleares iraníes.
Como todo acuerdo, éste no fue el ideal o el mejor en el sentido de frenar de manera definitiva las intenciones originales de Irán. Sin embargo, fue un significativo avance ya que, de algún modo, garantizaba la suspensión de planes y programas.
Irán, a su vez, se vio beneficiado con el retiro de las sanciones económicas que, antes del 2015, le fueron impuestas por Estados Unidos, la Unión Europea y el mismo Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Desde la fecha de la suscripción del acuerdo hasta mediados del 2018, fecha en que el gobierno de Donald Trump se retiró, buena parte del crudo iraní volvió a los mercados internacionales y su economía comenzó a recuperarse.
Por esta razón, el posible fin del pacto de no proliferación nuclear no se ha debido a incumplimientos de parte de Irán sino a la desacertada decisión de Trump y a la política de los Estados Unidos en Medio Oriente.
Mientras tanto, Irán se ha fortalecido y ha seguido actuando de manera indirecta en la región. Sus fuerzas militares y organizaciones aliadas están presentes en Iraq, Siria y el Líbano. El cerco a Israel, su principal enemigo, se ha ampliado. En lugar de estar aislado, la posición estratégica de Irán es más sólida y muy probablemente podría tener el apoyo diplomático de Rusia y China en el caso de una escalada militar.
Entonces, para Estados Unidos la relación con Irán debía manejarse por cuerdas separadas. Por un lado, seguir siendo parte del Pacto de no proliferación nuclear para presionar y anular cualquier plan de enriquecimiento de uranio con fines militares. Tal y como lo están haciendo Francia, Reino Unido y Alemania. Por otro, tratar de neutralizar la compleja influencia de Irán en Medio Oriente.
No obstante, Trump ha optado por la estrategia perdedora y menos inteligente. Salirse del pacto nuclear, crear condiciones de una confrontación militar o hacer exactamente lo contrario de lo que hizo Obama, no le va a ayudar ni a su país ni a la región. Lamentable. El mundo en manos de improvisados, inexpertos, populistas… Eso explica por qué Estados Unidos pierde paulatinamente influencia estratégica en todo lado.