Hay que recurrir a Leopoldo Benites y prestarle el título de una de sus obras clásicas para entender al Ecuador. Es peligroso que desde el 2019 hasta el 2021, el escenario político se desarrolle entre un “Pro o anti”, que fue explicable por la polarización ideológica de la Guerra Fría: pro Occidente de un lado, o anti imperialista del otro; la revolución mundial o el anticomunismo como respuesta.
Es posible entender que tal antinomia se produzca en la inexplicable nación argentina donde el peronismo y el anti peronismo se repiten como la noche y el día: Mauricio Macri o regresa el peronismo con Cristina maquillada para la vicepresidencia. ¿Se repetirá el slogan: “Cámpora a la presidencia, ¿Perón al poder”, o se esperará otra oportunidad?
El anti ni el pro en el Ecuador no tienen asidero por la experiencia del pasado inmediato, la transición permanente y el riesgo diario de la inestabilidad; además, en el país no existe polarización ideológica alguna. Lo que marcan los tiempos actuales es la diferencia entre los dos centros hegemónicos más importantes del país como son Guayaquil y Quito. En el primero es avasalladora la adhesión casi religiosa en favor de Jaime Nebot, ayudado por las luces intermitentes que de repente se encienden al rededor del otro líder, Guillermo Lasso. Este último juega al contraste entre el amanecer y las penumbras de la noche anterior. Logra, con habilidad y tenacidad, un importante acuerdo legislativo asegurando estabilidad política para el país, demostrado que la participación democrática es posible y rentable. Sin embargo, en pocos días, algunos de los legisladores de Creo hacen el papelón de lucirse como militantes de uno de los movimientos más extremistas de la derecha continental como es Tradición, Familia y Propiedad. Equilibran el debate entre la estabilidad nacional política y económica con el aborto en caso de violación. Una especie de monjes obstetras. Se entiende porque no llegan al poder.
El Pro o la apuesta por lo diferente tampoco se vislumbra con nitidez en otros países. López Obrador en México o Bolsonaro en Brasil han triunfado con una propuesta de cambio y futuro, pero el tiempo pasa y se comprueba que: “una cosa es con guitarra y otra con violín”. La carrera recién empieza. Pero los temores al reflujo de las experiencias amenazan. Lo que sucede en esos países y otros similares es que hay cierta esperanza y no solo la angustia política que aplasta al Ecuador. En ellas, han llegado partidos o frentes y no caudillos iluminados; proyectos de varias voces y no solo la del emperador.
Lo saben “los jefes” nacionales, pero se irritan, pues en esta opción, el peso de la cabeza disminuye y el cuerpo se acomoda. Así, se puede producir un insólito resultado el 2021. Son tiempos en que suelen aparecer los “outsider” y no se descarta que frente a un seguro ganador llegue al solio presidencial una sorpresa acompañado de un imponente Zeus.