El gasto público de enero y febrero de 2019 fue significativamente mayor al de los mismos meses del 2018. Pero el aumento del gasto sólo viene marginalmente del gobierno. Lo fuerte del crecimiento viene del resto del “sector público”. Y eso va a ser muy difícil de frenar.
En los primeros dos meses del año, la totalidad del sector público gastó USD 5 720 millones, que es 810 millones más de los gastado en los mismos meses del año pasado o, en términos relativos, un aumento de 16% del gasto público, algo difícilmente compatible con el concepto de austeridad.
¿Qué y dónde falló?
La gran falla está en el “resto del sector público”, es decir, en todo aquello que es sector público, pero no es “gobierno central”. O sea, todos los que gastan, pero no están bajo el control del Ministerio de Finanzas.
Desmenucemos los datos. De esos 810 millones de aumento del gasto, 130 millones provienen del gasto más inútil que hay: el pago de intereses. Como el país está más endeudado que hace un año en estos dos meses se pagó USD 320 millones en intereses, lo que representa un aumento de 130 frente a lo pagado en el 2018. La abrumadora mayoría de esos intereses son pagados al extranjero, de manera que eso no aporta a la economía del país, pero es la triste herencia de una década de endeudamiento sin límite.
Nuevamente, del aumento de 810 millones, 130 son por el mayor pago de intereses, de manera que restaría por explicarse el crecimiento por unos 680 millones. Lo interesante es que de eso, sólo 140 millones vienen del aumento del gasto del gobierno central, un monto alto, pero mucho menor de lo que queda por explicarse, los 540 millones restantes de aumento del gasto que no viene ni de los intereses, ni del gobierno central.
Porque ese gasto adicional lo realizaron el IESS, los gobiernos seccionales, las universidades públicas y las superintendencias, entre otros (que incluyen subsidios a combustibles).
De manera que la mayor responsabilidad de no estar en una etapa de verdadera austeridad recae sobre esas instituciones que, al no depender del Ministerio de Finanzas y al carecer de la convicción de cuán importante es que las cuentas públicas se equilibren, siguen gastando sin tener conciencia que cada centavo que gastan es plata de todos los ecuatorianos y es dinero que, en parte, proviene de los ingentes nuevos préstamos que se está contratando para que no crezcan los atrasos del sector público.
Este no es un tema de fácil solución y cualquier mejora pasará por una mezcla de presión y de convencimiento del gobierno y de la sociedad a las instituciones gastadoras. Todo eso, bajo el supuesto de que tanto gobierno como ciudadanos queramos que realmente se dé el tan comentado ajuste fiscal.