Narran los evangelios y se canta en el Angelus, que con las palabras “He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra”, María virgen, respondía al arcangel Gabriel y aceptaba ser fecundada por el Espíritu Santo para dar a luz un niño al que llamó Jesús. Este alumbramiento es el que se recuerda cada 25 de diciembre con pesebres y villancicos, con novenas y misas.
Y es también motivo para indagar en otras religiones, en distintas mitologías y en literaturas del mundo, hasta hallar otros personajes, cuyas concepciones o nacimientos se dieron de forma ‘extraordinaria’, por decir lo menos.
De inicio, volvemos los ojos a la cultura grecorromana., a su panteón de dioses y héroes. El nacimiento de la diosa de la belleza, Afrodita, y de sus hermanas, las Erinias, llama la atención. Cuentan los mitos que el dios del cielo, Urano, fue castrado por su hijo Cronos. Los testículos cayeron al mar y de un remolino de espuma nació la diosa; mientras que las gotas de sangre que tocaron tierra fueron el germen de las furias, encargadas de perseguir a quienes han cometido delitos de sangre.
Dionisio, dios del vino y del teatro, fue rescatado del vientre de su madre humana, Sémele, quien para probarse ante sus hermanas exigió a Zeus que se mostrase ante ella en todo su poder divino. La luz del rey del Olimpo fue demasiado para la mujer, quien cayó muerta. Zeus rescató al bebe y se lo implantó en la pierna, donde concluyó de gestarse hasta nacer, por eso se dice que Dioniso es el dios más mundano, pues nació de la extremidad inferior del dios padre; mientras que su hermana la sabia Atenea nació, toda armada para la guerra, de la cabeza de Zeus. Dentro de esa misma mitología se cuenta que la princesa Dánae fue recluida en una habitación, por los temores de su padre quien sería destronado por su nieto; mas Zeus prendado de ella, se convirtió en lluvia de oro y fecundó a la princesa. Así nació el héroe Perseo, quien dio muerte a Medusa, de cuya sangre nació el caballo alado Pegaso.
Las leyendas artúricas también entran en esta revisión. La concepción del rey Arturo también fue fruto de las acciones del mago Merlín: Uther, rey de los britanos, se enamoró de Igraín, esposa de su enemigo Gorlois. El rey presuadió a Merlín para que lo ayudara a poseerla; el mago tranformó a Uther en el doble de su rival, ingresó a su castillo y estuvo con Igraín. Así fue concebido Arturo, el justo rey.
El origen de Buda también fue principesco. Su padre era el rey del clan Sakya. A su madre, Maya, la visitó un pequeño elefante provisto de seis colmillos que hirió delicadamente su regazo sin causarle dolor. El nacimiento de Siddharta Gautama, nueve meses después, fue también prodigioso: Buda apareció ante su madre sobre un loto, descendió de la flor y dijo: “Triunfaré del nacimiento y de la muerte y venceré a todos los demonios que hostigan al hombre”.
En Asia también se cuenta la leyenda de que la madre de Huang Di, conocido como El Emperador amarillo, quedó embarazada por un rayo en una noche de invierno cuando contemplaba una luz dorada en la constelación de la Osa Mayor. A 70 días de haber nacido, el emperador ya supo hablar. Su don particular era soñar: mientras dormía, podía visitar regiones remotas y tratar con seres inmortales.
En América cuenta la teogonía azteca que Quetzalcóatl, la Serpiente Emplumada, nació de Chimalmán, una guerrera chichimeca descendiente del dios Tezcatlipoca, quien retó al guerrero Mixcóatl a desnudarse y dejar sus armas en el suelo. Viendo la afrenta, Mixcóatl atacó a la mujer, sin acertar a herirla con cuatro flechas. Ella huyó, pero el guerrero la persiguió hasta una cueva donde la poseyó, dejándola preñada. Al dar a luz, la mujer murió y Quetzalcóatl fue criado por la diosa Cihuacóatl-Quilaztli. Mientras que en el ‘Popol Vuh’, los maya quiché cuentan que Hunnaphu y Xbalanque nacieron después de que la cabeza de HunHunnaphu implantada en una jícara escupiera en la mano de Ixquic, madre de los héroes que vencieron a Xibalbá, el señor de las penumbras.
Y más nombres se extienden por otras mitologías, el espacio no nos es propicio, pero le recomendamos -lector- indagar en la cultura egipcia: el capítulo del nacimiento de Osiris y sus cuatro hermanos también sorprende.