Lorena Robalino, Javier Andrade y Alejandro Fajardo ensayan en el Estudio Paulsen. Foto: Enrique Pesantes/ EL COMERCIO
El diálogo es un ‘ping pong’ lleno de profundidad e intriga en la obra del dramaturgo estadounidense David Mamet, ganador del Premio Pulitzer de Teatro 1984. Y en ese dar y recibir parlamento, de asestar y encajar “golpes”, se basa la obra de teatro ‘Oleanna’ con la que el Estudio Paulsen de Guayaquil abrirá este mes su temporada 2019.
La obra cuenta la lucha de poder entre una alumna y un profesor universitario, que es señalado de acoso sexual, lo que pone en peligro su reputación. Los actores Lorena Robalino y Alejandro Fajardo interpretan a esos dos únicos personajes, otra vez un dúo como en ‘Una vida en el teatro’, de Mamet, la primera producción teatral de largo aliento que el Estudio montó el año pasado.
‘Oleanna’ llegará a las tablas el 30 de mayo del 2019. “La construcción de los diálogos marca las obras del autor, la idea es integrar el texto para que quede casi musicalizado, que suene coherente, natural, íntimo y creíble, porque tiene un ritmo increíble que debemos aprovechar”, explica Fajardo.
El tema de la obra cobra actualidad en un momento en que cualquier denuncia de acoso sexual puede acabar con la reputación de una persona, refiere el actor. “Primero te destruyen y después averiguan si era o no cierto”, dice Fajardo. “El acoso está presente pero no de forma explícita, es difícil tomar posición por uno de los dos personajes, todo es muy borroso y es difuso saber también quién tiene la razón”.
Todo el conflicto en la pieza, “enorme y caótico”, parte de una situación pequeña: un profesor con una urgencia por irse del aula y una alumna que se empeña en retenerlo.
“La estudiante requiere de una nota, no entiende nada de la materia del profesor, pero necesita pasar y por ello lo aborda y lo retiene”, cuenta Robalino sobre su personaje. “Es una lucha de poder constante, en algún momento se cambian los roles y de repente es ella quien tiene el poder. No todo es blanco o negro, hay toda una escala de grises, y es el espectador quien tiene que decidir si vio o no lo que se dice que pasó”.
El músico y cineasta Javier Andrade, director de la película ‘Mejor no hablar de ciertas cosas’ (2012) y quien incursiona por primera vez en la dirección teatral, coincide en que la tensión dramática de la obra navega en una delgada línea divisoria entre la víctima y el victimario. La idea es también propiciar una discusión sobre las relaciones de poder y los límites de lo políticamente correcto, dijo.
“Cuando tocas el bajo en una banda llevas el latido de la música y este proceso de dirigir teatro para mí tiene más que ver con la música que con el cine -sostiene Andrade-, pues en una interpretación en vivo de los actores lo que uno hace al dirigirlos es ir marcando el pulso y los matices de la obra”.