Si hay algo que valga la pena tener claro de Gerhard Richter (Dresden, Alemania, 1932) es que con su obra ha logrado situar a la pintura en el ámbito del arte conceptual contemporáneo, rescatándola, de alguna manera, de su confinamiento en la categoría de ‘anacrónica’. Otro dato interesante: 27 obras de Richter se pueden ver en Quito hasta el próximo junio.
La exposición ‘Sinopsis’, que está abierta desde el sábado pasado en el Museo de la Ciudad, recoge trabajos de distintos periodos de Richter y en su heterogeneidad pone en evidencia aquello que define a este artista: “No persigo ninguna intención, ningún sistema, ninguna dirección, no tengo un programa ni un estilo ni un motivo… Me gusta lo indeterminado y sin orillas, y la inseguridad continua”.
Quizá por eso su obra, en palabras de Diego Berger -quien desde el 2009 está encargado de montar la muestra de Richter en América Latina-, ronda constantemente sobre preguntas muy similares, que le obligan a continuar la búsqueda. La principal sería: ¿cómo se ve la realidad? Y la ha tratado de responder muchas veces desde su fotografía-pintura (figurativa naturalista) y también desde la abstracción, en la cual puede ser caótico o geométrico.
Otra de esas preguntas que habitan sus pintura son: ¿qué relación tiene la pintura con la realidad?, ¿qué relación tiene la pintura hoy con la fotografía? o ¿cómo ver una imagen sin perderse en una interpretación dirigida?
Esta última interrogante no es casual, pues el pintor es hijo de una sociedad compleja: la Alemania dividida tras la Segunda Guerra Mundial, y porque sabe lo que es tener familiares en ambos ‘bandos’ jamás se conforma con respuestas simplistas ni maniqueas. Y su obra no da cuenta de una sola Alemania sino de algunas. La comunista y la capitalista; la fascista y la democrática; y la contemporánea y la histórica, según Berger.
Richter es uno de los artistas contemporáneos más importantes e internacionales de Alemania. Es por eso que el Instituto Alemán de Relaciones Internacionales está llevando esta obra alrededor del mundo desde el año 2000 (ha estado en Europa, Asia, África; y en América Latina en: Brasil, Argentina, Uruguay, Chile, Bolivia y ahora en Ecuador, a donde llegó gracias al apoyo de la Asociación Humboldt).