Existen nuevas y variadas exploraciones. El X Encuentro Internacional de Danza Fragmentos de Junio, que se realiza en cuatro diferentes sedes en Guayaquil, tiene como novedad la diversidad de propuestas dancísticas.
El festival arrancó el pasado 14 de junio y se extenderá hasta el próximo 1 de julio con funciones casi diarias. Bailarines coreanos, israelitas, cubanos, mexicanos, argentinos, franceses, españoles, costarricenses y ecuatorianos forman parte de la cita.
Los escenarios son el Teatro Sánchez Aguilar, el Teatro Centro de Arte, el Teatro Laboratorio del ITAE y la plataforma del Centro Cultural Simón Bolívar.
Según Bertha Díaz, fundadora de la revista virtual de artes escénicas El Sótano, las primeras presentaciones muestran las posibilidades absolutamente disímiles de la danza contemporánea.
“No estamos ante propuestas uniformes, sino de múltiples cargas y significaciones. Existe una mayor diversificación del lenguaje del cuerpo”, considera Díaz.
Las compañías surcoreanas House of Blue & Move’s collectors Dance Company y Second Nature abrieron el evento.
Ambas agrupaciones mostraron una propuesta que aborda lo contemporáneo desde la danza urbana: arriesgadas piruetas al estilo del hip hop que erizaron a quienes presenciaron el espectáculo en un espacio poco convencional, abierto: la plataforma en el Malecón 2000.
En este sitio también se tenían previsto presentar la mañana de ayer 12 bailarines ecuatorianos entrenados por el francés Hervé Kouví y el ecuatoriano radicado en Francia David Guasgua.
Invitados por el festival, Kouví y Guasgua ofrecieron en Guayaquil un taller intensivo, de dos semanas, para presentar esta obra titulada ‘Las horas florecen’, que posee a una suerte de coreógrafos zombies (están bañados de barro y realizan movimientos propios de muertos vivientes) en la que cobra mucha importancia la interacción con el público, que camina junto a los artistas
El lunes se presentaron los bailarines israelitas Sasha Engel, Anat Grigorio, Uri Shafir, quienes en el Teatro Centro de Arte interpretaron a personajes que, a pesar de vivir juntos, están sumergidos en su mundo interior. Sin embargo, son capaces de levantar al público para que cante con ellos.
Al martes se exhibió la obra Música para pelucas, que propone la mezcla de dos disciplinas: la música y la danza. Esta interdisciplinariedad, como la llama Díaz, fue evidente en los pasajes en los que el músico argentino Federico Valdez tocó el piano, hablando colocado antes platos de porcelana en el bastidor del instrumento.
La coreógrafa ecuatoriana Talía Falconí ejecutó movimientos tan abstractos como el sonido que desprendía el piano.
Según el bailarín Jorge Parra, líder de la agrupación Zona Escena que organiza el encuentro, uno de los factores que se consideró para seleccionar las propuestas de los colectivos fue que sean distintas una de otra. Hoy, a las 19:00, en el Laboratorio de Teatro del ITAE, se proyecta una videodanza con extractos de propuestas dancísticas internacionales.