Por largos años, Alfonso Laso Bermeo trabajó en este Diario. Era Director de la Sección Deportes.
Ejercía su trabajo con alegría: la actividad deportiva era su pasión.
No conocía descanso ni en sábado ni en domingo, pues estaba trasmitiendo los eventos deportivos. Igual, cuando no estaba en el país, informando el desempeño de los equipos ecuatorianos en los diversos campeonatos internacionales. Era infatigable, satisfecho y alegre con su duro trabajo. Sencillo en su conducta. No le vi jamás ingerir licor. Tampoco usar cigarrillo: debía cuidar su voz. Metódico, ordenado, discreto, franco y realista emitía su criterio especializado en ocasiones con crítica por el desempeño de algunos deportistas, o de algunos equipos.
Con la colaboración de Fernando Guevara Silva y Eduardo Galárraga Guerra, su tendencia de informar con la verdad, le ocasionó algunas resistencias y hasta amenazas. En una oportunidad alguien –por teléfono- le reprochó en términos descomedidos de ser “parcial” con Liga Deportiva Universitaria. En el intercambio, se pactó un enfrentamiento de hombre a hombre. Alfonso estuvo puntual en el lugar: el ingreso del estadio El Arbolito.
La Sección a su cargo era, desde el punto de vista de la circulación del diario, si no la más importante, de mucho valor. El Director, señor Carlos Mantilla Ortega había contratado una encuesta sobre preferencias del público y el resultado fue que la parte que más lectores tenía era la de los deportes.
Respaldó la valiente actuación de Fernando Guevara Silva quien, decepcionado por la calidad del fútbol en determinada época, calificó la jornada con el título: “Ayer jugaron los malos con los peores”. El propio Alfonso, trasmitiendo un partido relató el cobro de un penal que el futbolista envió a cualquier parte, menos al arco. Desde el micrófono, Alfonso exclamó: “Este señor no es capaz de hacer un gol, ni siquiera al arco iris”
Poseía voz magnífica para el canto, igual que para la locución. En las reuniones festivas, no podía dejar de satisfacer el pedido de los compañeros para que cante “Pecos Bill”, un supuesto superhombre en todo Texas; de tal poder que, según la canción, de un solo tajo abrió el Gran Cañón del Colorado.
Su señora madre –según relató- le presionaba para que siga la carrera de ingeniero en la Universidad Central. Para no decepcionarla y evitar que lo descubra, usó el pseudónimo de Pancho Moreno en los diversos medios y así eludió su vigilancia.
Ocasión hubo en que Humberto Jácome Harb se quejaba de que en la Capital quedaban pocos quiteños de nacimiento y fundó la “Sociedad de Quiteños Residentes en Quito”. Con este antecedente, no sería extraño que en el cielo –donde ya está Alfonso Laso Bermeo- forme parte de la Sociedad de Buena Gente del Ecuador, en la morada de Dios.