Los costos humanos del matrimonio infantil son bien conocidos; a lo largo y ancho de todo el mundo, las niñas-novias son, en promedio, personas que reciben menos educación formal, más pobres y más propensas a la violencia sexual en comparación con las mujeres que se casan teniendo más años de edad. Sin embargo, cuando el impacto económico del matrimonio infantil se agrega a este sombrío recuento, la factura es verdaderamente abrumadora.
Según el International Center for Research on Women y el Banco Mundial, poner fin a la práctica del matrimonio infantil ahorraría miles de millones de gastos anuales incurridos en bienestar social, lo que generaría un ahorro a nivel mundial de más de USD 4 millones de millones hasta el año 2030. El mundo no puede darse el lujo de consentir que el matrimonio infantil continúe.
Muchos gobiernos ya han reconocido esto. En Indonesia, país donde el impacto económico del matrimonio infantil está afectando negativamente sus expectativas de crecimiento a largo plazo, el presidente Joko Widodo se ha comprometido a que dicha práctica sea declarada ilegal, este es un compromiso importante en un país donde el 14% de las niñas se casan antes de los 18 años.
Sin embargo, en la mayoría de los países donde el matrimonio infantil es frecuente, el cambio no ocurre lo suficientemente rápido. Si bien se han discutido estrategias en países que van desde Bangladesh hasta Zambia, la financiación para los programas que comprobadamente reducen las tasas de matrimonio infantil – como por ejemplo los programas que mejoran el acceso de las niñas a la atención médica, la educación y la capacitación laboral – permanece en niveles inadecuados. Si dar fin al matrimonio infantil llegará a ser algo más que sólo un tema de conversación política, las estrategias holísticas deben estar respaldadas por compromisos financieros.
Sin lugar a duda, el matrimonio infantil representa un desafío inmenso. Hoy en día, aproximadamente una de cada cinco niñas de todo el mundo está casada o en unión informal antes de cumplir los 18 años, y la mayoría de estas niñas se convertirán en madres antes de llegar a la edad adulta. En Níger, país que tiene la tasa de matrimonio infantil más alta del mundo, el 76% de las niñas están casadas antes de llegar a la edad en la que pueden votar. A menudo las niñas pueden opinar muy poco sobre dicha decisión.
La buena noticia es que nunca ha habido un mejor momento para abordar este problema mundial. Ahora que los costos económicos del matrimonio infantil están claros, los gobiernos en el mundo en desarrollo están empezando a abordar el problema con más urgencia. Para inclinar la balanza, sin embargo, los países ricos deben reclutarse en la lucha, y la próxima oportunidad para que ellos se involucren se está acercando rápidamente.