Los especialistas en capital humano saben que tanto en los deportes como en el mundo de los negocios, la clave está en maximizar las fortalezas y poner en marcha estrategias para contrarrestar las debilidades. Así se obtiene el máximo potencial posible y eso se traduce en buenos resultados. En el éxito. La participación de Richard Carapaz en el Giro de Italia es un claro mensaje de este axioma.
El carchense ha mostrado a lo largo de una de las competencias más exigentes del mundo, pasión, tenacidad, confianza en sí mismo, tolerancia a la frustración, visión, flexibilidad, resiliencia. Es decir, todas esas características que también las vive y aplica quien apuesta por el sueño de emprender.
De esta participación histórica para el ciclismo ecuatoriano, destacan la personalidad, seguridad, autocontrol y perseverancia de Carapaz. Lucha hasta el último metro; no da nada por perdido ni en el segundo final al cruzar la meta, lo impulsa su pasión. Un sentimiento que también empuja a los emprendedores. No tienen horarios de trabajo, las noches o madrugadas son cómplices de sus ilusiones. Al igual que nuestro ciclista, que incluso ha tenido que separarse de su familia, para entrenar y dar todo su potencial.
La confianza en sí mismo fue fundamental para subirse a la cima del podio en Montevergine di Mercogliano, durante la octava etapa y en medio de condiciones climáticas adversas. Lo hizo como lo haría cualquier emprendedor. Los emprendedores son mucho más propensos a tomar riesgos, solo por el hecho de estar convencidos de sus capacidades y que obtendrán buenos resultados.
Carapaz ya es un ciclista ganador. Él sabe que dio un salto, que está en condiciones para competir, de igual a igual, con los mejores del mundo. La competencia es el escenario ideal en donde triunfan los mejores, los innovadores, de lo contrario nadie reconocerá o premiará sus esfuerzos. Como el emprendedor, que lo único que busca es que el mercado reconozca sus logros. Gracias Carapaz, por las lecciones de emprendimiento.