La conclusión a las que las autoridades de tránsito llegan es que durante los últimos tres años, el uso del teléfono celular la causa más frecuente de accidentes de tránsito en Quito. Los más recientes datos de la Agencia Nacional de Tránsito, dan cuenta de que entre enero y febrero de este año, se han dado 1 180 accidentes, la mayoría es por esta causa.
Que los más responsables utilicen el celular cuando el semáforo está en rojo da la medida del problema en el que está inmersa la ciudad. Estos conductores revisan llamadas, revisan mensajería, fotos, hasta que luz pase a verde. Pero también hay otros más avezados. Ayer, mientras se realizaba un reporte gráfico sobre esta materia, cuatro conductores, en media hora, cruzaron la av. Simón Bolívar, a más de 80 km/h, mientras chateaban o hablaban por teléfono.
Desde la aparición de los celulares, la academia ha alertado sobre los problemas cognitivos que se generan al mezclar la conducción automovilística y la comunicación vía celular (se ha llegado a la conclusión de que hablar por celular hace que haya un 33% menos de efectividad en la reacción cuando el conductor frena).
En todo caso, ¿qué es lo que hace que el quiteño se arriesgue a chatear o hablar por teléfono? En la actualidad, no hay un consenso sobre si hay una ciberadicción como tal. Sin embargo, Alejandro Bustos, psicólogo con orientación psicoanalítica asegura que las adicciones deben ser entendidas como un fenómeno psíquico estructural, ligadas al placer y al goce, que en cierto punto pueden conducir a conductas de riesgo y dolor.
De ahí que -explica Bustos- Internet es un espacio en el que se desarrollan estas actitudes, que llegan a ser adicciones una vez que se interfieren en la vida diaria, hasta el punto de poner en riesgo a la persona y a otras más. Bustos colige: una persona que utiliza el teléfono al manejar bien podría enfrentar una adicción. ¿Es usted un adicto al celular? Si la respuesta es afirmativa, entonces es un peligro al volante. Mejor, consulte a Freud.