Danny A. Milner
Project Syndicate
Uno de los problemas de salud pública más acuciantes que enfrenta África hoy es también uno de los menos publicitados: el cáncer, importante causa de muerte en todo el mundo. Cada año unos 650 000 africanos reciben el diagnóstico de esta enfermedad, y más de medio millón mueren. En los próximos cinco años puede haber en África más de un millón de muertes por cáncer al año, un aumento de la mortalidad que lo convertiría en uno de los principales asesinos del continente.
En toda el África subsahariana se han hecho avances impresionantes en la lucha contra enfermedades infecciosas mortales. En las últimas décadas, la cooperación entre actores locales e internacionales redujo un 60% la mortalidad por malaria en África, dejó la polio al borde de la erradicación y extendió las vidas de millones de africanos con VIH/SIDA. Lamentablemente, no hubo avances similares en la lucha contra las enfermedades no transmisibles (ENT), entre ellas el cáncer.
Hoy en los países en desarrollo el cáncer mata a más personas que el SIDA, la malaria y la tuberculosis combinados. Pero como África solo recibe un 5% de la financiación global para prevención y control del cáncer, la enfermedad avanza más rápido que los esfuerzos por contenerla. Por eso, así como el mundo se unió para ayudar a África a derrotar a las enfermedades infecciosas, se necesita una estrategia de cooperación similar para detener la crisis del cáncer.
La supervivencia al cáncer implica muchas cosas, pero algunas de las más básicas son acceso oportuno a especialistas, laboratorios y segundas opiniones. Sin embargo, en buena parte de África hay falta de medicamentos accesibles y escasez de médicos y enfermeros entrenados, de modo que los pacientes rara vez reciben la atención que necesitan. En promedio, los países africanos tienen menos de un patólogo entrenado por cada millón de personas; esto implica que en la mayoría de los casos, cuando llega el diagnóstico, ya es demasiado tarde para el tratamiento. Según Olufunmilayo Olopade, oncóloga de la Universidad de Chicago, en África el diagnóstico de cáncer es “casi siempre fatal”.
Crear sistemas sanitarios capaces de controlar las enfermedades infecciosas, y al mismo tiempo dar atención de calidad para el cáncer, demanda una importante inversión de tiempo, dinero y experiencia…
Ningún lugar de la Tierra está a salvo del temor que provoca un diagnóstico de cáncer; el aviso de esta enfermedad suele ser devastador para los receptores y sus familias. Pero la geografía no debe ser jamás el factor determinante en la lucha de los pacientes por sobrevivir a la enfermedad.
El cáncer ha sido el asesino silencioso de África por demasiado tiempo, y la comunidad sanitaria internacional ya no puede quedarse de brazos cruzados ante esta crisis.