El orden y la eficiencia en la administración de la cosa pública son fundamentales. La lentitud en los trabajos de reparación en las vías desnuda la fragilidad de la capital, al tiempo que acarrea congestiones inaguantables.
Uno de los temas importantes tiene que ver con la reiterada labor de bacheo y de colocación de capas asfálticas. Ya desde hace tiempo en las carreteras del país, por ejemplo, el pavimento va sustituyendo al asfaltado.
Cuesta más dinero, cierto es, pero dura mucho más tiempo y evita este incesante dolor de cabeza que es tener la ciudad atorada en las congestiones vehiculares por trabajos que se demoran largo tiempo.
Trabajos en la vía del trole, en la avenida Oriental (Velasco Ibarra), en La Vicentina y La Floresta crearon problemas esta semana; convulsionaron el tráfico de la ciudad y causaron caos. Los ciudadanos se movilizaron con dificultad y en ciertos trayectos se duplicó el tiempo empleado en la movilización, con el consiguiente perjuicio económico y el estrés que causa en pasajeros y conductores una desazón que se torna inmanejable.
A eso sumamos los líos acumulados: nuevos estacionamientos tarifados, incremento del parque automotor y la falta de la solución que no aparece por ninguna parte ante la carencia de transporte público rápido, seguro y con calidad para los usuarios. El pico y placa se va quedando corto.
Además, la estructura de calles y rellenos muestra sus debilidades y los hundimientos que causan las corrientes de aguas subterráneas generan problemas adicionales.
Para una ciudad del tamaño de Quito, la organización en el trabajo es algo crucial, y además hay que saber comunicarlo con efectividad y oportunidad.