Un talento excepcional es el de la ubicación. Saber cuándo se tiene que hablar, cuándo callar; cuándo entrar y cuando salir de algo; cuando aceptar un puesto, cuando renunciar. Acertar con las coordenadas debidas para actuar bien es un arte y una fina sensibilidad. Si no aciertas, generalmente la embarras.
En el fútbol, el delantero exitoso, está en el tiempo y en el lugar preciso para meter goles. Un político sin la capacidad de ubicación es un desastre. Aprovechar la oportunidad o crearla para decir lo que se deba decir, al público adecuado y en el momento pertinente. Si no, te caen a tomatazos. Nadie te de un voto.
El arte y sensibilidad de los políticos depende de la experiencia, conocimiento de la realidad, responsabilidad histórica, y alta dosis de ética, entre otros elementos. Pero, algunos políticos, que bebieron brutalmente del poder, se enceguecieron con el dinero y con su imagen. No tienen la capacidad de irse, cuando miles o millones les dicen: ¡ándate!
Raúl Sendic, Vicepresidente del Uruguay hasta el 9 de septiembre pasado, tuvo capacidad de ubicación, se fue…, antes de que le echen. Se fue pensando en su familia, y en defender algo de su dignidad. Ese día, puso un twiter: “Presenté ante el Plenario del FA, mi renuncia indeclinable a la Vicepresidencia…”. Su partido, el Frente Amplio, de Izquierda, recogiendo e investigando denuncias de la prensa sobre abusos de dineros públicos de parte del señor Sendic, no encubrió a su compañero, y todo lo contrario, tuvo la respectiva ubicación y sensibilidad política, para sancionar al dirigente, por “un proceder inaceptable en la utilización de dineros públicos”.
Y es que el Vicepresidente Sendic, hijo del fallecido y emblemático fundador del movimiento guerrillero urbano, Tupamaros, compró para sí, con una tarjeta corporativa de una empresa estatal, ropa de marca, libros, joyas, y material de computación, por un monto de USD 4 500. También mintió respecto a su título académico.
En medio de todo, este comportamiento del Frente Amplio e incluso la actitud de renuncia del Vicepresidente Raúl Sendic, enaltece a la clase política uruguaya. Si te llevas aún si sea centavos de los fondos públicos, es un delito, que tiene que pagarse. Nada debe empañar la alta investidura que te dio el pueblo.
En el caso ecuatoriano, el Vicepresidente, inconmovible, como si no fuera con él, está firme en su puesto, aunque ahogado en evidencias cada vez más grandes de una presunta corrupción, no de 4 500 sino de millones y millones de dólares.
Alianza País, en total desubicación política, histórica y ética, sin darse cuenta de la gravedad del asunto, se hunde, de manera suicida, ¿Y el fiscal?
¿Será que cada pueblo tiene los líderes que se merece?
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