Si falla la economía toda la popularidad se irá al suelo. Si el Presidente Moreno no dedica el tiempo indispensable para pensar dos y tres veces sobre el curso previsible de la economía, que evite la confusión que pueda darse si se hace camino al andar o si la gente percibe un liberalismo disfrazado de populismo.
En el Gobierno anterior faltó reflexión y previsión de las consecuencias de sus decisiones porque se privilegió la popularidad del ex presidente Correa, descuidando el análisis profundo de proyectos de infraestructura costosa, por lo cual le metieron muchos goles. Para el Jefe de Estado el uso del tiempo en función de prioridades nacionales superiores evitará que por tender la mano se agarren del codo.
Cuando es previsible que habrá crisis de gobernabilidad, es indispensable tener conciencia de las consecuencias macroeconómicas de las medidas a tomar. Una que está en debate es el anticipo del Impuesto a la Renta, que se impuso porque se adujo que el SRI no puede controlar masivamente la evasión y elusión del Impuesto a la Renta, pero cuando el anticipo era mayor de lo realmente ganado se demoraba la devolución que debe ser automática. Mas, en muchos casos, los empresarios inexplicablemente no reclaman una liquidación final. Entonces se debe reformar esta norma ilógica, confiriendo confianza a los empresarios en que en ningún caso van a ser extorsionados por el Estado y asegurando recíprocamente que disminuirá sustancialmente la evasión del Impuesto a la Renta.
En cuanto a la desgravación del impuesto a la salida de capitales, que es una medida contraproducente, se debe acordar su rebaja gradual siempre que se encuentre una fuente alternativa de ingresos permanentes a la caja fiscal. La repatriación de capitales ecuatorianos que están afuera, que se calcula en 30 000 millones de dólares, puede ser asociada a una disminución sustancial de aquel impuesto, lo que sería una señal clara que el Ecuador quiere realmente fomentar las inversiones productivas.
Coetáneamente se debe revisar en favor de los empresarios la depreciación acelerada de sus maquinarias y equipos para mejorar la competitividad productiva, en lugar de ofrecer subsidios y rebajas de impuestos sin compromisos efectivos. Esta medida puede ser adoptada rápidamente para beneficiar a las nuevas empresas que inviertan en maquinaria y equipo, pero también a los empresarios que ya producen con estos bienes de capital y ya han creado puestos de trabajo.
Necesitamos implantar el hábito de excelencia para el trabajo de toda una vida, con flexibilidad laboral que no afecte sus derechos.
Por ejemplo, cabe facilitar el trabajo por horas, pero quienes así laboren deberán gozar de las alícuotas correspondientes a los sobresueldos y fondos de reserva y ser afiliados al IESS, alternativa que solo se podrá aplicar a los nuevos empleos.
wherrera@elcomercio.org