La noticia se extendió por todo el mundo. El líder opositor venezolano Leopoldo López pasa a arresto domiciliario.
López -experto petrolero, economista y exalcalde de Chacao- formó parte de la Mesa de Unidad Democrática con el Movimiento Voluntad Popular. Como parte de la oposición a Hugo Chávez y luego a Nicolás Maduro fue precandidato presidencial y alcanzó un número importante de votos en esa interna que colocó a Henrique Capriles en la candidatura contraria al oficialismo.
Hace tres años, López participaba en las protestas contra el Gobierno que tiene hundida a Venezuela en el caos y la represión. Fue acusado de crímenes contra el Estado y se entregó a la justicia. Recluido en la cárcel de Ramo Verde, su encierro ha sido un infierno. Muchas veces lo aislaron, otras la esposa y a los hijos esperaban en las afueras de la prisión por horas. Y luego llegó la condena por 13 años y 9 meses.La admirable lucha de Lilian Tintori trascendió fronteras, su causa por la libertad de Leopoldo López es ejemplo de tesón por su amor y sus principios.
Pero el arresto domiciliario no hace justicia ni mucho menos, solo atenúa la intensidad de la sentencia y quita un poco de presión por un caso que se volvió un problema para el Gobierno, que afronta 100 días de protestas y ha matado más de 90 jóvenes civiles.
El cambio de estatus de la detención de López ha despertado la solidaridad de varios líderes del mundo libre. Todo un dato, cuando hace pocos días la brutal irrupción en la Asamblea Nacional y las protestas en las calles no merecieron sino pocos y tibios comunicados de reclamo. Lo que es peor, hay quienes justifican la represión.
Pero la lucha por la libertad de López no debe quedar ahí. Tampoco sería justo que se olvidasen de más de 100 dirigentes encarcelados por el gobierno represivo. Además, en los últimos días la furia política de Maduro se lanzó contra la fiscal Luisa Ortega, a la que se quiere cercar y sustituir por una funcionaria sumisa al poder.