Columnista Invitado
Agradezco a los directivos de este medio de comunicación por concederme la opción tanto de retirarme un tiempo de esta columna de opinión para mi participación como candidato a la Vicepresidencia de la República como mi retorno. Mi resumen: experiencia enriquecedora desde todos los ángulos. Conocer el país, su diversidad, su gente y aprender de todo ello ha significado un enorme fortalecimiento personal y profesional. Gracias Ecuador.
Ser presidente de la República, cargo que muy pocos tienen la oportunidad de llegar, significa un momento en la vida de cualquier ciudadano para cambiar lo malo y desarrollar lo bueno.
Lenín Moreno es muy afortunado de poder tener el poder de hacer muchas cosas por el país, oportunidad que, si no la aprovecha, sería el cometimiento de uno de los peores errores de su vida.
Es muy importante que se tenga muy presente que él es el Presidente, qué él es el que debe decidir, que él es el que pone el ritmo de país. Su mensaje de apertura al diálogo, de personalidad que denota no ser una persona intransigente y que está dispuesta a escuchar, le abre la gran opción de hacer un buen gobierno. Es fundamental que se mire sin pasión lo acontecido en ésta década pasada. Han sido 10 años de desunión nacional, 10 años de desaprovechamiento de la bonanza económica, 10 años de agresividad al opositor, 10 años de pérdida de libertades y de debilidad democrática. Han sido, hay que decirlo, 10 años de introducir en la mente de los ecuatorianos la necesidad de preocuparnos por lo social y de estar orgullosos de lo nuestro.
Para resolver un problema hay que aceptar que existe. Si un alcohólico no reconoce que lo es nunca va a dejar de beber licor. El Presidente entrante tiene que aceptar que no ha existido una buena conducción económica ni un real programa económico. Tiene que aceptar y entender que el país está en crisis económica. Un país con recesión de casi 3 años, con solo el 38% de la población con empleo adecuado, con un déficit fiscal cercano al 8% de PIB, necesidades fiscales totales de alrededor de USD 20 mil millones anuales en los últimos 2 años, un gasto público que representa más de 40% del PIB, con un comercio exterior sustentado en restricciones y sin acuerdos de comercio, un país sin ahorros, con una deuda que se triplica en 6 años, con inversión extranjera marginal y con el segundo riesgo más alto de la región, es definitivamente una economía en crisis. Se requiere un cambio de rumbo inmediato. Se demanda pragmatismo económico. No más ideologizar la economía. Hay que hacer lo que es correcto y punto. Si insisten en lo mismo puede convertirse en el sepulturero y lo que sucede en Venezuela estará cerca. Presidente haga su trabajo y olvídese de algunos. Y, si se resienten, que pena.