No los vecinos que viven en el mismo barrio y están acostumbrados a ver el panorama. Tampoco los pocos amigos que quedan y que conocen nuestras costumbres. Pero en Europa, en Asia o en los Estados Unidos deben pensar que un grupo de seres primitivos no puede ponerse de acuerdo para elegir a su nuevo líder.
Las noticias sobre Ecuador en el exterior transmiten los gritos, el ruido de las cornetas del estadio y el fuego de las llantas encendidas, mientras los unos desde una tarima y los otros desde las oficinas o los balcones vociferan o bailan para defender sus intereses. Hemos visto lo mismo cientos de veces en la televisión cuando llegan las novedades desde las zonas subdesarrolladas del planeta.
Así somos y todavía no se puede hacer nada. El vivo, el que quiere sorprender al otro, el que ostenta el poder momentáneo y abusa, el que tiene el automóvil más grande y pasa primero, tienen que desaparecer.