Hoy día, ante la llegada al poder de los populistas en el mundo occidental, se está gestando un conflicto sobre la propiedad intelectual de su orientación. Escritores como John Judis afirman que los estadounidenses decimonónicos inventaron el populismo político, con su postura antielitista y su inflamatoria retórica. Acaso no estén de acuerdo con esto los argentinos, que aportaron al mundo el ultrapopulista Juan Domingo Perón, ni los brasileños con su conocido Getúlio Vargas.
Pero no puede haber desacuerdo alguno en que los latinoamericanos han sido los mejores y más antiguos practicantes del populismo económico. En el siglo XX, Perón y Vargas, junto con Alan García en Perú (por lo menos durante su primer período), Daniel Ortega en Nicaragua, Salvador Allende en Chile y muchos otros, practicaron el proteccionismo comercial, incurrieron en altos déficits presupuestarios, sobrecalentaron sus economías, permitieron el alza de la inflación, y sufrieron crisis cambiarias. Chávez y Maduro de Venezuela han practicado estas políticas en forma aún más extrema.
¿Qué debería aprender el mundo rico, que actualmente pasa por su propia racha de populismo económico, a partir de la experiencia de América Latina?
El mundo rico necesita algunas lecciones. En el Reino Unido, los opositores al Brexit insistieron en que si se optaba por abandonar la Unión Europea, no se podría evitar una recesión, o incluso una crisis económica a gran escala. Con posterioridad al referendo, la libra esterlina se depreció algo, pero no sucedió mucho más, y actualmente la economía británica continúa creciendo.
En Estados Unidos, los economistas académicos advirtieron repetidamente que los planes de Trump eran poco menos que una locura. Luego de su sorprendente victoria, muchos profetizaron una catástrofe económica inmediata. Pero desde entonces el mercado bursátil ha batido récords por lo alto, y los pronósticos sobre el crecimiento económico del país siguen al alza.
¿Habrán derogado Trump y Nigel Farage, el líder pro Brexit, los principios de la macroeconomía básica?
En realidad, no es así. Pero para comprender las consecuencias de las políticas populistas, primero se debe comprender su lógica. En un estudio clásico, Sebastián Edwards de UCLA y Rudiger Dornbusch de MIT, definen el populismo económico como “un acercamiento a la economía que enfatiza el crecimiento y la redistribución del ingreso y resta importancia a los riesgos de la inflación y del financiamiento deficitario, a las restricciones externas, y a la reacción de los agentes económicos ante políticas agresivas ajenas al mercado”. Agregan que los enfoques populistas “a la larga fracasan”, no porque la economía conservadora sea mejor, sino como “resultado de políticas insostenibles”.