Antes de cumplir su primera semana en el despacho oval de la Casa Blanca, Donald Trump sigue sembrando polémicas.
Más allá de su discurso autárquico y esa visión de ‘America first’, ya suprimió el uso del español en la Casa Blanca y recibió los primeros ecos de las manifestaciones en su contra. Además dio paso a su voluntad de dejar el tratado con los países del Pacífico.
Y el nuevo Presidente tomó una de las decisiones más ríspidas -aunque ya era esperada- sin que le tiemble el pulso. Quiere cumplir su promesa de construir un extenso muro en la frontera, que atraviesa cuatro estados de la Unión por más de 3 000 kilómetros, entre México y Estados Unidos. Inaudito.
El muro, que se levanta en varias zonas pobladas limítrofes con conglomerados humanos tan importantes como Ciudad Juárez o Tijuana, busca poner una barrera física entre EE.UU. y México.
Otro símbolo de la xenofobia y el aislacionismo que anima al nuevo inquilino de la Casa Blanca. Además, la línea pasa por una gigantesca presa, por el río y hasta por un campo de golf.
Insiste el excéntrico personaje en que México pague la obra. El presidente Peña Nieto canceló su visita a Washington prevista para el 31 de enero y respondió así al tuit que decía ‘ si no quiere pagar sería mejor cancelar la reunión’.
Trump pretende que México cubra el costo con un impuesto al 20% de sus exportaciones a EE.UU. Habrá que esperar antes otro despropósito, la denuncia del TLC con Canadá y México.