Si no tenemos educación, no tenemos libertad”, opinión de Alicia Villalba, escultora afroecuatoriana. Educación de calidad, digo yo.
Caso contrario volveríamos a reproducir el pensamiento de quienes a los inicios de la colonia española impusieron el criterio de que a los hijos de los caciques sí debía enseñárseles a leer y escribir para que pudieran ser más útiles como intermediarios entre los vencedores y los vencidos. De ahí surgió “el mito de la escuela”, por el cual la educación era un factor de dominación.
Cuenta Moreno Yánez que en una de las rebeliones indígenas de Chimborazo, al profesor de la escuela le cortaron las manos con las que enseñaba a escribir.Como entre nosotros la lucha entre la civilización y la barbarie no ha parado, los demagogos que se han impuesto en el país lo han hecho con el concurso de las “riadas de revolucionarios” que salía de nuestros colegios y universidades de ayer no más. ¿Cómo sino se explica que hayan llegado a la presidencia de la República Bucaram y Gutiérrez? Contados con los dedos de una mano los gobernantes ecuatorianos a quienes les preocupó la educación. Rocafuerte, García Moreno, Alfaro, Borja, ¿hay alguno más?
Para cuando llega al poder Rafael Correa, la educación pública en todos sus niveles es un desastre nacional. Resulta ser la obra de quienes a punta de bochinches callejeros creían que iban a llegar a la justicia social partiendo de los predios universitarios al Palacio de Gobierno. Resultaron ser revolucionarios de papel: mal digeridos los textos de Marx, Lenin, Mao. Como entre esas turbas si habían jóvenes idealistas, valientes por añadidura, estos se tiraron al monte y es así como fueron surgiendo las guerrillas latinoamericanas a partir de mediados del siglo pasado. A tiros darían por concluida una historia de siglos de inequidades, injusticias y privilegios: la historia de pueblos hambrientos en tierras fértiles.
Desde luego que en aquel desastre, la educación en todos sus niveles, mucho tuvo que ver el quemeimportismo de los gobernantes. Intervenir en las universidades, ni mudos. ¡La autonomía intocable! Que las universidades se jodan con sus propias manos. La tragedia no quedó ahí: algunos de los grupos guerrilleros llegaron al poder. Sus líderes resultaron ser una gavilla de atracadores de fondos públicos. Dos generaciones de latinoamericanos absortos, desconcertados, marchando en su propio terreno, en el del subdesarrollo. Excepciones, desde luego: uno de los empeños de la Cuba de los Castro una educación de frontera en ciencias; para desengaño de los revolucionarios de papel, prácticamente desaparecieron de las universidades cubanas las escuelas de humanidades.
Hasta donde llega mi percepción, es con el gobierno de Correa con el que se inicia el cambio: educación de calidad como política de Estado.