Satisface a este columnista haber coincidido con el ministro Cassinelli respecto a los cupos de importación de vehículos (“Los cupos, al tacho”, septiembre 27). El Ministro eliminó los cupos.
Además anunció el jueves que como no va a haber cupos desde enero 1ero., es insensato impedir la desaduanización de cuatro mil vehículos ya llegados al país y por cuya importación ya salieron las divisas.El tema cupos es sólo una de innumerables disposiciones que existen sin mayor beneficio para la economía o arcas fiscales y que generan costos a empresas, que cuando pueden pasan al consumidor, y cuando no, las lleva a marchitarse y cerrar.
El gerente de una empresa industrial expuso en una reunión de trabajo sobre los costos insólitos de producir en el país. Un caso: mantenimiento de maquinaria. El proteccionismo disuade a las empresas de tener existencias de repuestos.
Cuando a su empresa se le daña una máquina, la opción más expedita para repararla es enviarla al Perú. Pero el trámite de envío y sobre todo de traída de vuelta es tan largo y costoso como si se estuviera importando de nuevo. ¿Con qué propósito?
Las autoridades niegan que el país necesite un ajuste. Sí lo necesita, sobre todo para bajar costos de producción. Hay varias herramientas que deberán aplicarse; la de recortar tramitología que cuesta tiempo y dinero a las empresas es una de las más importantes, además sin costo político.
El Foro Económico Mundial publica su informe de competitividad 2016-17. El tema trámites vendría a caer dentro del subíndice “eficiencia del mercado de productos”. Entre 138 países encuestados, ocupamos el puesto #124. Sólo hay catorce países peor que nosotros. ¿Qué hacer? Lo principal es abandonar el prejuicio que empresa es sinónimo de asociación para delinquir. Las autoridades deben convencerse que se debe trabajar por el lado de fortalecer la supervisión estatal del desempeño empresarial, pero desmantelar trámites entorpecedores que lo que consiguen es tornar ineficiente a la producción.
Con ese ánimo, el gobierno, o el próximo si el actual no puede sacudirse de ese prejuicio, debe reunirse con administradores de empresas y ponerse de acuerdo en desmantelar los trámites que cumplen dos requisitos: ser los más perjudiciales a las empresas, y los más fáciles de corregir. Ahí una primera tanda de desburocratización.
Una vez constados los resultados satisfactorios, repetir el procedimiento, hasta que el Ecuador trepe al menos por encima del promedio mundial. Con eso se lograría compensar parcialmente el encarecimiento que ha sufrido el país en la última década, lo que nos mermó competitividad, y que ahora que no tenemos renta petrolera, nos sume en una profunda recesión. Sin competitividad no hay salida.
wspurrier@elcomercio.org