Los ciudadanos colombianos irán a las urnas en 30 días para decidir si aceptan o no aceptan el acuerdo de paz negociado entre el gobierno y los guerrilleros de las Farc.
Muy pocos leerán las 297 páginas del acuerdo para saber a qué se comprometen, los demás tendrán que elegir entre la caricatura de la paz y la caricatura de la guerra que les presentarán los políticos de un lado y otro de esta campaña frenética que nadie sabe a dónde llevará.
La deformación del plebiscito comienza con plantear como una decisión entre la guerra y la paz, entre Santos y Uribe, entre impunidad y castigo.
La Corte Constitucional dictaminó que la pregunta debe ser clara y que no estaba en juego la guerra o la paz sino la aprobación o rechazo de los acuerdos negociados.
Los opositores creen que la pregunta es tramposa “¿Apoya usted el acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera?”. A ningún pueblo, dicen, se le debe preguntar si apoya la paz.
La caricatura que hacen los opositores muestra al acuerdo como la instauración del castrochavismo en Colombia; la firma de una Constitución paralela; la consagración de la impunidad; la entrega de Colombia a Timochenko y sus secuaces.
La caricatura que los partidarios del acuerdo hacen de los opositores los pinta como sedientos de sangre que buscan venganza; fanáticos que exigen una rendición incondicional a una fuerza a la que no se ha podido derrotar en 50 años; ultristas que quieren la muerte política de los guerrilleros y que se pudran en las cárceles.
Las encuestas dicen que la ventaja del Si sobre el No va ampliándose rápidamente aunque apenas ha comenzado la campaña. Si los partidarios y los detractores de los acuerdos exponen libremente sus argumentos, la decisión no será fácil porque hay buenas razones para aprobar los acuerdos y fundadas preocupaciones.
Son buenas razones para apoyar el acuerdo que la paz estará siempre por encima de la guerra; que se reducirá el gasto militar y Colombia crecerá; que se ampliará la frontera agrícola, aumentará la inversión extranjera y el turismo; cambiará la imagen internacional y asumirá un importante rol geopolítico.
Son motivos de preocupación el rol que asumirá la guerrilla convertida en partido político; la Jurisdicción Especial para la Paz que constituye una justicia paralela con facultades para amnistías e indultos y para revisar casos juzgados; la reducción de poderes del Congreso; la reforma agraria que permitirá el reparto de tierras, semillas, créditos; la cuasi legalización de los cultivos ilícitos y la entrega de armas bajo la palabra de la guerrilla.
Para el presidente Santos vendrán días de gloria y el premio de la paz; para la guerrilla que avanzaba hacia la extinción, la posibilidad del perdón para sus crímenes y el retorno a la política como camino para llegar al poder.
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