El título les parecerá extraño, pero no lo es. El círculo es una línea de puntos que se unen inexorablemente, cuando se les coloca en situación consecutiva de manera concéntrica. La vida es así. ¿Cuántos círculos siguen abiertos causándonos tristeza y daños, a veces irreparables? ¿Por qué no los hemos cerrado?
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Al círculo se le conoce como ‘el lugar geométrico de los puntos del plano cuya distancia a otro punto fijo, llamado centro, es menor o igual que una cantidad constante, llamado radio. En otras palabras constituye la región del plano delimitada por una circunferencia y que posee un área definida’.
• Simbolismo
En el plano psicosocial, el círculo tiene diferentes significados. El círculo es un símbolo que refleja unidad, lo absoluto, la perfección, y en ocasiones se contrapone con el cuadrado. El círculo representa el tiempo y la eternidad. Por esta razón el círculo significa, desde tiempos remotos, protección y seguridad. Por algo existen los anillos matrimoniales y todo tipo de cinturones. Para C.G. Jung el círculo es el símbolo del alma y del yo.
La vida está compuesta por círculos, que son sistemas o subsistemas que se entrelazan como eslabones, que se articulan como etapas de un proceso que tiene un camino explicado por la Biología, y que en todas las personas se entremezclan. El ciclo vital –nacer, crecer, reproducirse y morir- es la ruta por donde transitamos, pero en ciertas personas esta ruta tiende a ser demasiado lineal, que no deja espacios para cambios necesarios. Y esta circularidad se repite a sabiendas que enferma o deja lisiados a perpetuidad. Veamos por qué.
• Etapa vivida, etapa superada
Erick Berné, uno de los creadores del Análisis Transaccional, hablaba sobre la existencia de ‘guiones’ que marcan a las personas en vida, que las hacen repetidoras de proyectos de vida ajenos que no las dejan vivir en paz. Estos guiones se convierten en círculos que como argollas tienden a ahogar a la gente y son fuentes de pesares, angustias y muertes anticipadas. La solución, según los especialistas, es cerrar los círculos que nos ahogan. Y para ello necesitamos energía, valentía y, en ocasiones, ayuda de otras personas. Porque una etapa vivida es –debe ser- una etapa superada; sin embargo, vivimos encadenados al pasado, a momentos duros porque son funcionales a nuestra supervivencia.
• Cerrar capítulos
La idea es cerrar los círculos negativos, como cerramos puertas, capítulos o etapas. Conozco a muchas personas que no aceptan la fatalidad, una muerte, un divorcio, la pérdida de un trabajo o una enfermedad y viven ‘podridas’ en vida: se quejan de sus dolores, hacen sufrir a otras personas y son perdedoras. Se demuestran incapaces de levantar la frente para sacudirse y saberse valiosas.
Es importante dejar ir los momentos de la vida que se van clausurando, que se han extinguido. Esto no es fácil. ¿Se terminó un trabajo? ¿Se murió una persona querida? ¿Se acabó su matrimonio? ¿Ya no vive más en esa casa? ¿Debe viajar? ¿La amistad se acabó?
Numerosas personas pasan el tiempo ‘revolcándose’ en los por qué, en regresar el CD y entender por qué sucedió tal o cual hecho. Y el desgaste va a ser infinito, si no hay un ‘pare’ resuelto. La alternativa es cerrar los capítulos de nuestras vidas, pasar las hojas, cerrar el libro, terminar las etapas y seguir adelante.
La recuperación del presente, en este contexto, es lo más valioso, y sobre todo reconocer que por sí mismos podemos emprender nuestros proyectos. Pero, mucha atención: no es posible estar en el presente añorando el pasado. Lo que sucedió, sucedió. Hay que dejar en libertad nuestros espíritus y caminar por nuestro propio camino, con todas las fuerzas posibles.
• Sanidad psicológica y espiritual
Es tiempo, por lo tanto, de desprenderse del pasado. No podemos ser niños eternos, adolescentes tardíos, gerentes de empresas inexistentes, ni tener vínculos con personas que no desean estar con nosotros. Los hechos y las personas pasan, y hay que dejarlos ir por sanidad psicológica y espiritual.
Así, no quedaría mal destruir algunos recuerdos, regalarlos y cambiar de casa; romper papeles, limpiar la casa de verdad, realizar cambios en los dormitorios, en la sala y en el comedor, y buscar nuevos ambientes. Los cambios son necesarios. Y, claro, cerrar círculos, que nos impiden vivir y sobrevivir. ¡Estamos todavía a tiempo!