“Vendimos mucho petróleo cuando los precios eran elevados y ahorramos una gran parte del dinero recaudado”. Así, Ragnar Torvik, profesor de Economía en la Universidad noruega de Ciencia y Tecnología de Trondheim, explica al diario económico Expansión el ‘milagro’ económico -este sí verdadero- de Noruega.
En efecto, el relativamente pequeño reino del norte de Europa – con 5,2 millones de habitantes y 385 156 km² de superficie – se muestra como un ejemplo de pragmatismo, sentido común y ausencia del despilfarro.
En estas épocas de desplome de los precios internacionales del crudo, de crisis globales y de catástrofes naturales, el Estado nórdico -que es petrolero al igual que Venezuela y Ecuador, pero no dependiente de este recurso como esas dos naciones- ilustra cómo se deben manejar los recursos. También enseña mejor que ningún otro que los fondos para emergencia dan réditos, riqueza y paz social. Para todos sus ciudadanos.
¿Cómo lo ha hecho? Ha acumulado USD 854 000 millones en el ‘fondo petrolero’ creado en 1990, cuyo nombre oficial es Fondo Pensional del Gobierno de Noruega. Y el dinero se emplea para generar más capital a partir de cuidadosas inversiones, en las cuales no se cruza la línea roja del ‘riesgo’. En todo el planeta, el reino -y también sus ciudadanos- posee acciones en más de 9 000 empresas de diferentes sectores.
La primera ministra, la conservadora Erna Solberg, resume a The Politic, una publicación de la Universidad de Yale, las claves del ‘milagro’ noruego: “El modelo nórdico ha creado una sociedad con una distribución uniforme de los ingresos y una alta productividad. El nivel bajo de inequidad es resultado de las buenas escuelas públicas y del bachillerato gratuito”.
Como se ve, el verdadero ‘socialismo del siglo XXI’ -y de centurias pasadas- no está en ninguno de los ‘paraísos tropicales’ ni bajo regímenes pseudorrevolucionarios. Se halla en la patria del rey Harald V.