Columnista invitado
Mientras se colocaban los hitos del límite establecido en el Protocolo de Río de Janeiro, se comprobó la inexistencia del divortium aquarum (terreno alto que divide dos cuencas hidrográficas) de los ríos Zamora y Santiago, constante como límite, debido a que entre dichos ríos existe el sistema fluvial del río Cenepa, afluente directo del Marañón.
En realidad, habían dos divisorias de aguas: entre el Zamora y el Cenepa y entre este río y el Santiago. El presidente Galo Plaza invitó al Perú a conversar, pero su gobierno rechazó su pedido y desplegó sus tropas en el curso bajo y medio del Cenepa. Entonces, el Ecuador hizo constar en sus mapas la leyenda “Zona donde el Protocolo de Río de Janeiro es inejecutable”.
Posteriormente, nuestras tropas dieron inicio al patrullaje del Alto Cenepa desde las bases Cueva de los Tayos, Base Sur y Tiwintza. Así permaneció la situación por años, hasta que el 12 de diciembre de 1994 el comandante peruano del sector indicó al correspondiente ecuatoriano que había recibido la orden de ocupar el Alto Cenepa.
El 14 de diciembre, el Frente Militar recomendó al Presidente luchar si la amenaza se concretaba, recibiendo su aprobación. La recomendación obedeció a que era un ultraje al Ecuador que el Perú, que ya ocupaba arbitrariamente el 80% de la cuenca del Cenepa, se apoderara del 20% restante. Para evitar la guerra total, se prohibió atacar territorio peruano.
Pensábamos que un éxito en ese escenario no iba a permitirnos recuperar el territorio perdido, estando de por medio el Protocolo de Río y la superioridad material de las fuerzas militares peruanas. Nos preocupaba la amenaza de sus ocho submarinos al comercio internacional del país, particularmente del petróleo, y la cercanía de las bases aéreas peruanas. Fujimori, que seguramente provocó la guerra imaginando una fácil victoria que impulsara su reelección en abril de 1995, se vio frustrado ante la capacidad y valor de nuestros combatientes, y la seguridad que daban al país en la tierra, el mar y el aire las FF.AA. El Perú sufrió el derribo de un avión Canberra, desde tierra; tres aviones por acción de la FAE y un cuarto que desapareció entre las nubes y no llegó a su base; cinco helicópteros por el fuego antiaéreo, uno que fue encontrado inutilizado en la selva y otro que se accidentó en operaciones logísticas.
Ecuador no tuvo pérdidas de ese tipo: un avión que fue impactado aterrizó en Macas. Nuestros muertos y heridos son conocidos; los del Perú, un misterio. La victoria del Cenepa nos devolvió la autoestima y la confianza en que podemos defender lo nuestro.
El Criterio de Solución de los Garantes nos negó el Alto Cenepa y desechó la exigencia peruana de que retiremos los destacamentos Teniente Ortiz, Etza, Coangos y Cóndor Mirador; restableció nuestro derecho a navegar libre y perpetuamente en el Marañón-Amazonas.