Contraelviento Teatro. Mucho dice su nombre sobre la labor del grupo que celebra sus 20 años de trayectoria en tablas y, también, sobre el riesgo y el reto de las agrupaciones teatrales que deben batirse a gesto y voz ante un medio no siempre consecuente.
Por dos décadas, Contraelviento ha puesto en escena un ritual, donde el centro es el actor y su cuerpo. “El arte del actor consiste en modelar la expresión de su cuerpo y de su voz. Es decir, ya no es el intérprete de la genialidad de un dramaturgo o de un director de escena; sino que es el creador de sus propias expresiones”, señala al respecto Patricio Vallejo, director del grupo.Con influencias japonesas, indias y sobretodo andinas, Contraelviento nació el 2 de enero de 1991, con una propuesta de renovación del teatro. Una poética que se define desde sus indagaciones en el ‘ethos barroco’, del modo de ser ecuatoriano, de su pasado, cultura y presencia en la modernidad. “Lo barroco tiene que ver con la abundancia, pero también con lo que deja oculto para que sea descubierto por el lector”, explica Vallejo.
“Contraelviento ha sido uno de los grupos que han estado de una forma constante en la búsqueda e investigación de una propuesta estética y teatral”, dice Claudia Monsalve, de La Rana Sabia.
Al proyecto de Vallejo se unieron cuatro jóvenes, que él formó en talleres . El ritmo que requería la experimentación no fue seguido por los integrantes que abandonaron el proyecto, a la par que eran reemplazados por nuevos. En el 2000, se decidió disolver el elenco. “Empezamos a caer en las trampas. Comenzamos a dedicar más tiempo a nuestra existencia virtual, a estar más pendientes de los afiches, de lo mediático”.
A su nombre, el grupo ha sumado una frase ‘teatro al margen’. Su director no considera que sus obras sean para públicos reducidos, sino que la circunstancia de la sociedad impide llevar el teatro a donde no está. Tampoco cree que la frase se refiera a ello; es más bien un convencimiento para estar fuera de la industria del entretenimiento, de las instituciones que imponen un rol sobre el teatro, de lo popular como digerible.
Con nuevos integrantes, el director conformó un elenco estable, que hoy lo integran Verónica Falconí, Andrea Díaz, Fernando Guayasamín, María Belén Bonilla y Milena Coello. Falconí lleva 10 años en el grupo y dice: “Ha sido vital para mí. Este grupo, que tiene principios éticos intransables, me ha permitido adquirir un control entre mi mente, cuerpo y espíritu”. Por su parte Díaz comenta que su experiencia en Contraelviento le permitió encontrar un camino donde se vive en comunidad. Como actriz, ella ha aprendido a indagar desde una técnica, un camino a la expresión, que produzca una emoción en el espectador.
Para hablar de Contraelviento, el crítico Santiago Rivadeneira se remonta décadas atrás, cuando con Patricio Vallejo compartieron la reescritura de ‘Macbeth’, desde la perspectiva de las brujas. Ello les permitió descubrir intenciones dramáticas no visibles en la pieza shakespeareana y un proceso en el teatro ecuatoriano que reclamaba por sus dramaturgos.
Luego –continúa Rivadeneira– Vallejo persiguió su proyecto vital y teatral. “Contraelviento es un nombre que define lo que intenta como hombre; más aún cuando las expresiones culturales tienen que jugárselas frente a la cantidad de inconvenientes de la sociedad y la historia”. Además destaca lo fundamental de su investigación, de su quehacer teórico. “Patricio y su gente son ejemplo de perseverancia, terquedad y predisposición para cosas nuevas”, dice.
Más que un teatro ‘al margen’ en la escena nacional, Rivadeneira especifica que al no haber existido una cultura o arte oficial, el teatro se ha gestado en la sensibilidad de la sociedad. Pero, aclara que para mantenerse se necesita una “estrategia de sobrevivencia”.
Una estrategia que Vallejo metaforiza en un iceberg. “La punta es el espectáculo, pero oculto está un inmenso continente de pedagogía, de convivencia entre cotidianidad y teatro, de constante formación. Es difícil”. Luego explica que el teatro les ha dejado “tiempos de vacas flacas”, donde, cada uno ha tenido que resolverse con ‘chauchas’: profesor universitario, asesor de festivales, mesero’ Para su fortuna, los últimos años han sido mejores, por los talleres que dictan, por las giras internacionales de sus obras, por el trabajo con ONG’ No todo llega del público, sino de la apertura del teatro hacia otros medios, lo cual resulta agotador.
En 20 años han hecho 12 obras, y han visitado escenarios del mundo; escenarios donde han llegado andando contra el viento.