1974 Avenida Amazonas. Durante los 70, esta arteria vial
concentraba el comercio y el sistema financiero de la capital.
Los 70 marcaron un antes y un después en Quito. Las primeras exportaciones del petróleo influyeron en los ingresos per cápita que a inicios de los años 80 registraban USD 1 444 en promedio, siete veces más que en 1971.
El ‘boom’ petrolero catapultó el desarrollo de todo el país y para Quito significó una modernización no solo en arquitectura sino en los sectores comercial, financiero e industrial. Además, al ser la capital y el centro de todas las decisiones políticas, el aparato estatal también creció y consolidó a la burocracia en Quito.
Una de las principales señales de que el comercio quiteño tomó fuerza gracias al ‘boom’ petrolero fue la inauguración del Centro Comercial Iñaquito (CCI), en 1971. Este proyecto fue ideado a finales de los años 60 por tres personas: Tommy Wright, Alfredo Peñaherrera y Rodrigo Paz.
1973 CCI. El Centro Comercial Iñaquito se construyó a fines de los años 60 y se inauguró en 1971. Se edificó en el norte de la av. Amazonas, en una zona aún despoblada. Sus primeras tiendas fueron Supermaxi y la agencia Metropolitan Touring. Foto: El Comercio
Para inicios de la década de los 70, el sector comercial quiteño se concentraba en el centro de la ciudad, especialmente en la calle Ipiales y se extendía hasta la avenida Colón.
El proyecto de tener un centro comercial en Quito tenía el objetivo de activar una nueva cultura de compra, en un lugar higiénico y con un servicio rápido. Por eso, entre los tres invirtieron 1,6 millones de sucres para la infraestructura en los predios que estaban al finalizar la avenida Amazonas.
En esos años, este sector de la ciudad era una zona despoblada, donde solo había un hipódromo (actual parque La Carolina) y el Estadio Olímpico Atahualpa, cuenta Rodrigo Paz. “Era una idea descabellada pero ambiciosa”, dice el presidente vitalicio de Liga Deportiva de Quito (LDU-Q).
Las primeras tiendas del CCI fueron una agencia de viajes llamada Metropolitan Touring y la segunda sucursal del supermercado La Favorita (ahora Supermaxi).
Congreso Nacional. Este edificio es la sede de la Función Legislativa y está ubicado en el sector de La Alameda, en Quito.
En el transcurso de la década de los 70 y bajo la política económica de la época, que consistía en sustituir las importaciones para potenciar la industrial local, también empezó la comercialización de cocinas y refrigeradoras, así como de ropa nacional e importada desde Ipiales, una ciudad colombiana cuyo nombre quedó marcado en el centro de Quito.
Alfonso Ortiz, historiador y cronista de la capital, comenta que a raíz de este nuevo escenario comercial se inició una nueva dinámica de compras. Las familias quiteñas que antes acudían diariamente a las tiendas, abastos o mercados empezaron a ir a los supermercados.
Durante el auge petrolero, el núcleo financiero de Quito también evidenciaba la bonanza que vivía el país. Los altos edificios de hasta 21 pisos de algunas instituciones financieras y casas de cambio, como: Bank of America, Banco de Descuento, Banco La Filantrópica (Filanbanco), First National City Bank, Rodrigo Paz Compañía Limitada, MM Jaramillo Arteaga, entre otros, se concentraban a lo largo de la avenida Amazonas, que iba desde la Patria hasta la Colón, considerado el núcleo bancario de la capital, menciona Juan Paz y Miño, docente e historiador de la Universidad Católica.
Rodrigo Paz, con una inversión de 100 millones de sucres, también fundó el Banco de la Producción en 1978, que más tarde se llamaría Produbanco.
La mayor liquidez que generó la bonanza petrolera atrajo a nuevas entidades al sistema financiero. La tarjeta de crédito Diners Club, que había hecho un intento por entrar al país a fines de los 60, reanudó sus actividades en 1974 para cambiar el uso del efectivo por el dinero plástico. Para ese año registró
5 000 tarjetahabientes.
En aquella época la política del Gobierno consistía en sustituir las importaciones para impulsar la producción nacional, lo cual dio paso al nacimiento de nuevas industrias y el fortalecimiento de las existentes como la textil y de acero, las cuales trasladaron sus plantas al sur y norte de Quito.
Los polos industriales de Quito se definieron bajo el eje del río Machángara, cuenta Alejandrina Villarroel, especialista en centralidad urbana y áreas históricas.
Una de las empresas que aprovechó la política del Gobierno en esa década fue Ecasa, dedicada a la fabricación de artículos de línea blanca. Inauguró su planta en el sur de Quito con un moderno sistema de porcelanizado y horno.
Al final de los 70 se habían creado 1 386 nuevas firmas, según la Cámara de Comercio.