El periodista Simón Espinosa habla de las dudas que le genera la consulta de Correa y por qué es importante que los viejos den su aporte en el debate político
¿El grupo Cauce Democrático que se formó a propósito de la situación política que vive el país, por el proyecto de consulta, va a hacer oposición y patrocinar el ‘No’?
Lo que buscamos es abrir un espacio de reflexión sobre las preguntas de la consulta y lo que va sucediendo en el país. De lo que conozco lo haremos a través de la red que hemos conformado y de los medios de comunicación.
¿Quieren crear este colectivo para de allí lanzar a alguna figura de la oposición?Nuestro propósito primario es la reflexión y de esto es lo que hemos conversado dentro del grupo. El origen de este espacio surgió en una tarde de conversación con Osvaldo Hurtado, Abelardo Pachano, Ernesto Albán y yo.
¿De qué hablaron?
De que nos hemos dado cuenta que lo que hoy sucede en el país, hace 15 años, 20 ó 30, hubiese despertado a los jóvenes y ya estarían protestando, formando grupos, participando. Ahora notamos que hay una apatía, al menos, manifiesta en el aspecto público.
¿No le parece que el presidente Rafael Correa es quien ha captado toda esa movilización de la juventud?
No he seguido las redes sociales o el movimiento de los jóvenes, y no he visto qué puede haber a favor o en contra del Presidente. Pero haciendo una observación cotidiana y siguiendo a los medios convencionales de comunicación sí se siente ese vacío. Es posible que los sectores populares tengan una mayor movilización de jóvenes hacia el Presidente.
¿Y los sectores medios y altos del país?
No se los ve’
¿Qué es lo que más le inquieta a Cauce Democrático de la consulta popular?La desinstitucionalización del Estado por la concentración de poderes en la Asamblea y en el Poder Judicial. Que se esté conformando un Estado dictatorial bajo el nombre de la democracia.
¿Eso puede ocurrir si la consulta pasa?
Esa supuesta meta será alcanzada poco a poco mediante distintos medios autocráticos disfrazados de democracia. Uno de los cuales, en este año, es la consulta popular. También nos preocupa la concentración de medios públicos al servicio del Gobierno y las trabas que intentan poner a los medios privados.
Este no es el primer Gobierno al que se le empieza a acusar de querer controlar el Poder Judicial. El caso más reciente fue el ex presidente León Febres Cordero. ¿Se sintió perseguido por él?
Hubo dos etapas. Cuestionábamos su forma de gobernar por su pasado agresivo y violento en las instituciones a las que él perteneció. Escribí bastante duro contra él y como yo ocupaba un cargo en el Banco Central, nos cancelaron a mí y a Juan Cueva Jaramillo, que también escribía en diario Hoy. Ambos teníamos la columna el Cajón de Sastre. En esos años (1986) ayudamos a que triunfara el ‘No’ en la consulta popular que era contra Febres Cordero.
Entonces, usted ha sido un experto en campañas contra las consultas populares…(Risas) No, para nada. Le ayudé a Osvaldo Hurtado a quien yo le tengo mucha confianza como político honrado y amigo.
¿Correa tiene el mismo interés de Febres Cordero de controlar las cortes?
En Febres Cordero el propósito era manejar las cortes como un instrumento político y de venganza para poder tener el control del poder y castigar a sus enemigos. El propósito del presidente Correa puede ser otro.
¿Cuál, por ejemplo?
Aquí entramos al campo de la especulación. Puede ser que para que triunfe su propósito revolucionario le estamos dando el supuesto de la inocencia y la buena intención de que quiere transformar el Ecuador y hacerlo un país más moderno y equitativo. Pensemos en Singapur, un tigre asiático, que tenía un gobierno muy fuerte y que veía a la democracia como algo prescindible en su propósito de progreso. Correa tiene un proyecto largo, de 20 ó 25 años, donde quizás quiera dejar puestas las bases del cambio. Pero para eso, la democracia formal es un estorbo porque supone cambios de poder, contrapesos, partidos políticos que no siempre van a seguir una política igual. Los ecuatorianos deberán escoger entre sacrificar su democracia para darle al señor el paso a lo que él quiere: intervenir en la Justicia.
¿La gente, entonces, lo que le está dando al Presidente es un cheque en blanco?
Cuando dijo “confíen en mí” el presidente Correa ha pedido ya un cheque en blanco.
Y usted que es un hombre de edad, ¿cree que se puede confiar, en materias pública y política, tan ciegamente en un solo ser humano?
Absolutamente no. Yo estudiaba Teología en EE.UU. en 1956 y seguíamos la revolución de Fidel Castro. En los periódicos había simpatía. Luego, Castro se convirtió al comunismo. En 50 años hemos visto que Cuba transformó la educación y la medicina cuando tuvo el apoyo soviético. Ahora, sin desconocer lo que ha significado el bloqueo, ¿qué queda en Cuba?
¿Represión, pobreza?
Bueno, usted lo dice. Cuando Castro muera, su hermano va a ir negociando para reconstruir esa isla con proyecto de capitalismo. 50 años después, en mí surgen muchas dudas de estos modelos.
A usted le quedan dudas, pero ¿al resto del país?
No, porque es un país que por múltiples razones ha avanzado, que no ha comenzado en el 2007, pero en cuanto a educación, no hay una capacidad reflexiva muy estructurada. No creo que la mayoría tenga la posibilidad de hacer estos paralelismos y ver al siglo XX como el mejor espejo. El fascismo con Mussolini, que levantó a Italia y luego la hundió en la guerra. Veo la vida de Hitler, un dictador rodeado de gente deseosa de complacerlo en todo. ¿Adónde llegó a Alemania?
¿Por qué habla de Mussolini y de Hitler?
Estoy hablando de la Historia y de que si la gente tuviera más conocimiento pudiera reflexionar mejor. Hablemos de la Unión Soviética, de China, de Corea del Norte, donde para conseguir un fin ha habido represión.
Su reflexión incluye experiencias y hechos pasados. Pero el presidente Correa considera que iniciativas como Cauce Democrático son un espacio de cadáveres insepultos y políticos fracasados.
Correa es quien debe conocer la historia del Ecuador y reconocer que los políticos que allí están también hicieron algo en favor del país. No puede decir que nada valió. Es fácil para Correa desacreditar todo lo que se ha hecho antes. En Cauce Democrático hay artistas como Oswaldo Viteri; Juan Andrade y sus novelas.
Está su trayectoria; Ud. es un periodista de izquierda…
Sí, lo fui. Ahora soy un hombre de centro. Creo que he hecho cosas positivas por el país y, sobre todo, sin enriquecerme. Nosotros somos tan ciudadanos como él.
¿Correa pretende decir que quienes ya cumplieron su ciclo, con errores y aciertos, ya no pueden ni deben opinar?
El hecho de que tengamos edad y de haber hecho cosas buenas y malas, no nos impide estar preocupados por el país y poner nuestra reflexión para el debate.
¿Por qué es importante para una democracia que los viejos den su opinión?
Como decía Velasco Ibarra parafraseando un dicho francés: “si la juventud supiera y si la vejez pudiera”. Son extremos de la vida y lo lógico en una sociedad civilizada es juntar las dos cosas porque nuestro bien común es el país. Entonces, ¿por qué no podremos exponer nuestro pensamiento? Nosotros, como grupo, no estamos insultando a Correa. Nuestro manifiesto es muy comedido. Es posible que no haya respuestas; que a la gente no le interese, pero hemos cumplido un deber de conciencia. Además, ninguno de este grupo ha sido malo en el sentido ético. Ninguno ha conculcado los derechos humanos.
Su mensaje suena al de un ‘consejo de ancianos’.
El día en que se lanzó Cauce Democrático yo les bromeaba a mis compañeros. Les decía que parecemos presbíteros, que en griego quiere decir ancianos. Lo hemos tomado con sentido de humor. Mientras tengamos capacidad de razonamiento todavía podemos servir al país.