Cuando se lee lo que pasa en Venezuela, se da cuenta que esa República está al borde del colapso social, político, económico. La gente que puede huye de un país en que el poder de unos cuantos ineptos arrasó con la riqueza de una nación que se encontraba, antes de la llegada del golpista de Chávez al gobierno, muy bien ubicada en el contexto internacional: generaba riqueza, había libertades, la pobreza disminuía. Existía seguridad, lo que hoy es una utopía. La mayoría de sus presidentes era gente preparada, con las excepciones conocidas como la del hoy finadito coronel.
Lo sucedido con el señor Leopoldo López demuestra que el temor de las autoridades a este joven líder prevalece a la búsqueda de soluciones para superar la falta de víveres para un pueblo cada vez más hambriento. La gente sin recursos invade las calles de toda Venezuela, y con las pocas monedas que tiene, no puede adquirir alimentos básicos porque no hay en supermercados y menos en los mercados de los barrios. Los poderes del Estado están confiscados por la Función Ejecutiva, y el sector productivo impedido de laborar.
El señor López está preso por decir verdades que duelen al dictador disfrazado de demócrata. El señor López es un peligro para el gobernante que piensa que al tenerlo encarcelado el pueblo está tranquilo, que no se da cuenta de las injusticias. ¿No será que al tener enjaulado a López, sus mensajes calan más hondo en una población agobiada de problemas generados por el Presidente? La protesta nace de detrás de las rejas, por más pequeña que sea la jaula en la que pongan a López.
Da pena pensar que mientras un hombre inteligente, que puede dar mucho para su patria está en la cárcel, un mediocre está destruyendo su nación. ¿Mediocre? Es lo mínimo como puede ser definido una persona que por sus frases se lo conoce, y por los resultados de su gestión se lo aprecia (o menosprecia). ¿Qué opina usted, amable lector, de que el primer mandatario de Venezuela haya dicho cosas “inteligentes” como las siguientes?: “No dudé ni un milímetro de segundo”. O, “las 35 horas del día”. “Capitalistas especulan y roban como nosotros”. “Los extranjeros que nos atacan son de otro país”. “Millones y millonas”. “Así como Cristo multiplicó los penes”, ¡qué barbaridad! ¡Habría que explicar a Maduro que pene no es un tipo de pan!
Maduro hace gala de su ignorancia, y tiene sometidos a la mayoría de miembros de las Fuerzas Armadas de Venezuela. Persigue a todos aquellos que dicen la verdad y buscan mejores días para el pueblo. Este presidente que habla de “la Guerra Fría de 1715” no tiene capacidad para gobernar, pero sí para ordenar a jueces sin personalidad ni discernimiento. Leopoldo López puede estar en una jaula sin moverse, pero sus palabras resuenan más allá de las fronteras venezolanas.