¿En qué ayuda el segundo recorte de USD 800 millones en el Presupuesto General del Estado del 2015? Pues en lo mismo que ayudó el primer ajuste de 1 420 millones de inicios de año. En nada, si no va acompañado de un plan para el nuevo escenario económico del país.
Y es que los recortes que se hagan al Presupuesto no son medidas económicas para afrontar los impactos por la caída de los precios del petróleo o la apreciación del dólar. El recorte presupuestario es solo la evidencia de que faltan recursos en las arcas fiscales porque no llega el financiamiento previsto.
Si Finanzas anunciaba o no el recorte presupuestario, al final del año da lo mismo, ya que varios proyectos de inversión no se iban a ejecutar de todas formas porque simplemente no llegó la plata para hacerlo.
El pedido de varios sectores de reducir el gasto público será una realidad este año, no porque el Gobierno haya reconocido que la medida era acertada, sino porque el modelo basado en el gasto púbico no funciona en una coyuntura como la actual, la cual era previsible porque las bonanzas eternas no existen.
Bajo el actual escenario es previsible que lleguen nuevos recortes presupuestarios, pues las necesidades de financiamiento para este año, que bordean los USD 10 000 millones, serán difíciles de cubrir. Eso ya se evidenció en el primer semestre del 2015, cuando el déficit fiscal llegó a USD 1 027 millones, según cifras del Banco Central.
La colocación de bonos por USD 1 500 millones a tasas altas de interés, los anticipos petroleros con China y Tailandia, la eliminación del pago del 40% al IESS y los recortes realizados hasta la fecha no cubren las necesidades de financiamiento del 2015.
La deuda pública respecto al PIB ya está en 33% -sin contar los anticipos petroleros- y el límite es el 40%. Aunque el Gobierno puede arreglar las normas para superar ese límite, el plan económico no puede ser más endeudamiento. La economía nacional se encuentra en un proceso de ajuste, pero no se conoce el plan para superar ese escenario.