Cada vez que abre el pico, genera polémica. Me refiero al insoportable multimillonario y actual precandidato presidencial republicano de los Estados Unidos, Donald Trump, al que le gustan demasiado las cámaras y los tabloides, y ahora, en su faceta de político de estreno, también demuestra una ambición desmedida por llenar con su nombre de rascacielo y con su imagen de Ken jubilado los principales diarios del mundo.
En el discurso de presentación de su candidatura, el magnate, que en la cabeza al parecer no carga nada más brillante que su aúrea cabellera, soltó varias perlas en relación con la inmigración mexicana en los Estados Unidos: “Están trayendo drogas, crimen y a sus violadores”, “Yo construiré una gran muralla en nuestra frontera sur, y haré que México pague por ese muro”.
Tratándose de un personaje conocido más por sus extravagancias y exabruptos que por su intelecto, las referidas declaraciones no debían causar mayor sorpresa, pero ya se sabe que hay ciertas cosas que ni las billeteras más abultadas pueden comprar, como la inteligencia emocional, la simpatía, el sentido del humor, la empatía, el don de la oratoria o el conocimiento, entre otras. Donald, a pesar de su cuantiosa fortuna, obviamente no ha alcanzado estas virtudes. Por eso ahora que va en pos de la Casa Blanca y se da cuenta (o quizá se dieron cuenta sus asesores) de sus inmensas carencias, no le ha quedado más alternativa que presentarse ante la sociedad estadounidense blandiendo su billetera, moviendo el pico como su tocayo de las caricaturas y mostrándose como un cerril capataz con ínfulas de superhéroe que ingresa a la arena política en el papel del personaje bueno y luminoso de una película de Hollywood, que lucha valientemente contra los malos y oscuros que tratan de invadir su territorio. Así de burdo, así de infantil.
Pero lo más preocupante de esta aparición no es lo que pueda decir o dejar de decir ‘mister universo’, sino que sus exabruptos xenófobos hayan tenido tal impacto en los Estados Unidos que las últimas encuestas lo pusieron a la cabeza de las preferencias electorales republicanas a nivel nacional. Según los datos coincidentes de varias encuestadoras, Trump tendría actualmente un 17% de apoyo por encima de Jeb Bush, el exgobernador de Florida con el 14%. Varios analistas han asegurado que el repunte del divo se produjo tras la enorme cobertura mediática que recibieron sus comentarios racistas sobre los indocumentados mexicanos, algo que confirma las palabras de Mario Vargas Llosa en su ensayo ‘La civilización del espectáculo’ del año 2012: “En la civilización del espectáculo acaso los papeles más denigrantes sean los que reservan los medios de comunicación a los políticos. Y ésta es otra de las razones por las que en el mundo contemporáneo haya tan pocos dirigentes y estadistas ejemplares…”.
Por todo esto, el panorama de las primarias republicanas con Donald adelante por un pico, resulta, al menos, desolador y tenebroso.
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