Cinco dirigentes del fútbol latinoamericano fueron detenidos en Suiza por petición de las autoridades estadounidenses. Se les acusa de presuntos actos de corrupción y de crimen organizado.
Esto recién empieza. La investigación que acarreó la detención de altos dignatarios de la Conmebol afectó a directivos de Brasil, Uruguay y Venezuela. También fue arrestado Nicolás Leoz, expresidente del organismo sudamericano.
El objetivo es que se esclarezca si los contratos celebrados para diferentes torneos de alta competencia fueron dirigidos por intereses monetarios y si existió corrupción como las autoridades judiciales norteamericanas presumen.
Está en la mente de la opinión pública que el año pasado las denuncias por la adjudicación a Qatar de la sede del Mundial de Fútbol 2022 nunca fueron transparentadas como se debe.
Ahora surgen otros campeonatos como la Copa América de años futuros y la denuncia salpica no solamente a altos directivos de la FIFA -el ente planetario-, sino a dos organismos dirigenciales de este continente: la Conmebol (Sudamérica) y la Concacaf (Norteamérica, Centroamérica y el Caribe).
Las dirigencias enquistadas en el poder amigas de reelecciones eternas, de los derechos de televisión, del manejo de entradas por canales irregulares y de los turbios acuerdos con barras bravas, manchan al fútbol e indignan a la afición.
Una investigación severa y castigo, si hay pruebas, sería reconfortante para los seguidores del rey de los deportes.