La política es la continuación de la guerra por otros medios, decía el francés Michel Foucault. Invierte así el axioma de Clausewitz y nos da una visión actualizada del proceso político, considerándolo como un instrumento esencial para el enfrentamiento al interior del Estado que conduzca al cambio de las relaciones de poder.
Si observamos el comportamiento político de las alianzas revolucionarias una vez que han llegado al poder, podemos explicarnos por qué se fusionan a las instituciones en una concentración de poder para implementar un proyecto político reivindicatorio; en el que las Fuerzas Armadas se resignan a ese propósito partidista de gobierno confundiendo su misión constitucional de dedicación exclusiva al Estado.
Declarase como unas Fuerzas Armadas socialistas, antiimperialistas, anticapitalistas. Dar parte militar en un desfile de 12 000 combatientes socialistas, antiimperialistas y revolucionarios o que en nuestro país, una banda militar encuentre marcialidad tocando la música de la Pantera Rosa en un desfile en honor de la Gesta del Cenepa, no son casualidades.
Ante la primacía de la Constitución, el poder político se siente limitado en su afán de dominación y al verse sobrepasado, anula voces que tienen reacciones adversas y busca desequilibrar a las fuerzas políticas, hasta que una sociedad igualitaria y sin libertad se vea envuelta en una tiranía, como los gobiernos colapsados de la Primavera Árabe lo han demostrado, a pesar de sus guardias pretorianas y de la revolución.
Al modelo económico se acompaña con represión, persecución, autoritarismo gubernamental, en un franco retorno a la nefasta “Doctrina de la Seguridad Nacional”, pero con una sustancial diferencia; las FF.AA. son reestructuradas bajo el sofisma de la “paz perpetua” por el Acuerdo de Límites.
Se elimina el concepto de la soberanía territorial, se reduce el número y tiempo de servicio de los conscriptos. Además, no pueden ser considerados soldados combatientes. Se reduce el 50% anual de ingresos a las escuelas de formación militar, el 15% de cuotas de eliminación y el 2% de depuración, aparte de los
7 500 efectivos de las FF.AA., que de acuerdo al Libro IV del Código de Seguridad pasarán a guardias forestales, aduanas… cumpliendo con un desarme unilateral irresponsable.
No se afectará a la capacidad operativa de las FF.AA., se dice, porque en su supuesto las FF.AA. no están para operaciones militares de combate, para la defensa nacional y para la guerra, sino para prevenir y combatir el delito, el control del orden público, que cínicamente se ha manifestado que sin necesidad de la enmienda constitucional ya vienen realizando.
La reducción de efectivos y la eliminación de los aportes del 60% al Issfa dizque no afectarán porque “sabiamente” se propone el aumento en 10 años el tiempo de servicio, probablemente para acompasar a la reelección indefinida.