René Cardoso es director de la Casa Museo Remigio Crespo Toral, donde se resguardan obras históricas. Foto: Xavier Caivinagua/ EL COMERCIO.
El coleccionismo en los museos públicos de la capital azuaya tiene limitaciones. Cada vez hay menos recursos para adquirir piezas artísticas y hace falta investigación, inventarios, documentación y proyectos de restauración.
Las colecciones son la esencia de los museos. No solo es cuestión de adquirir piezas y exhibirlas. Para René Cardoso, director de la Casa Museo Remigio Crespo Toral de Cuenca, las colecciones deben tener vida. Según él, eso ya no existe en muchos de estos espacios porque no hay políticas para conservar y revitalizar las colecciones.
Con esto concuerda Malena Bedoya, investigadora de arte y curadora independiente. De acuerdo con sus estudios realizados en diferentes ciudades del país, los museos públicos dejaron de comprar piezas o no tienen un criterio claro al respecto.
Ella describe dos problemas que afectan al coleccionismo: la ausencia de políticas de adquisición y conservación, y la falta de recursos en las instituciones públicas para el arte. Hay museos que, por ejemplo, no tienen registros de cómo se formaron sus colecciones ni estudios para identificar los vacíos o sus fortalezas.
Para Cardoso, la falta de esas políticas puede poner en riesgo el patrimonio histórico que guardan estos espacios. Un ejemplo de eso es lo que ocurrió en el Remigio Crespo, en octubre de 2013. Cuando catalogaban la reserva se dieron cuenta que faltaban 12 piezas valiosas.
María Fernanda Cartagena, directora ejecutiva de la Fundación Museos de la Ciudad de Quito, explica que el coleccionismo en las instituciones públicas empezó a debilitarse en la década de 1980. Por ello, la Fundación organizó en septiembre pasado un primer encuentro sobre coleccionismo institucional y analizó casos de museos de Quito, Guayaquil y Cuenca.
En las tres ciudades se encontraron problemas similares y el resultado fue la necesidad de trabajar, a largo plazo, en políticas de adquisición, protección y empleo de las colecciones.
A eso le apuesta ahora el Ministerio de Cultura y Patrimonio, que administra los museos que antes eran del Banco Central y que guardan la reserva más grande del país. Los programas de investigación y conservación se mantienen, pero ya no hay una asignación económica para la adquisición de piezas. Esos recursos se enfocan en dinamizar las reservas, dice Jonathan Kouperman, director cultural de la institución en el Austro.
La mayoría de museos no tiene la capacidad económica de adquirir piezas de alto valor, afirma Cristina Carrasco, directora del Museo de Arte Moderno de Cuenca. Por eso, las colecciones se alimentan de donaciones de los artistas.
Según Carrasco, el problema es que las instituciones públicas no manejan los valores de las piezas. “Pocos coleccionistas se atreven a pagar USD 10 000 o 15 000 por una obra”, comenta la directora del museo cuencano.