La compañía Cirque Eloize se presentó con su última obra titulada ‘Cirkopolis’ en el Teatro Sucre. Foto: Cortesía Cristina Moreno/ Teatro Sucre
En una metrópoli es la misma monotonía la que desafía el orden establecido. La noche de este jueves 26 de junio, el escenario del Teatro Nacional Sucre recibió a la compañía Cirque Eloize con su última obra titulada ‘Cirkopolis’.
Detrás del telón se revelaba una imponente y moderna pero a la vez fría y gris ciudad. Un universo que funciona como un mecanismo autónomo e industrializado donde cualquier intento de individualidad queda desvanecido en el sistema mecánico de la ciudad-fábrica. Y en medio de ese ‘orden’ está Ashley, un obrero que solo sueña con escapar de la rutina.
Las proyecciones digitales y la música de beats electrónicos marcan un monótono ritmo que pronto es alterado por el primer acto de acrobacia que se resuelven con movimientos calculados al milímetro y que se continúa con una danza de giros vertiginosos sobre un anillo.
La música no deja de ser intrigante mientras una figura humana no deja de contorsionarse sobre sí misma en el aire, como si el cuerpo exigiera salir de un estado catatónico. Por momentos el ensueño se ve interrumpido por un asfixiante sistema laboral. Varios personajes se interpelan en escena pero la discusión pronto se transforma en un juego de malabares y baile que vuelven a ser parte de un lenguaje onírico.
De pronto uno de los engranajes de la gran máquina se sale de su sitio y se transforma en un anillo impulsado por la destreza de un grupo de artistas que prueban su versatilidad en espacios reducidos y que acompañados de la música adquieren un efecto hipnótico.
Las variedad de las artes circenses que se ejecutan a la perfección se intercalan con episodios tiernos unos y graciosos otros de danza, teatro y clown.
Poco a poco la ‘metrópolis’ va mutando, se convierte en una Cirkópolis que va cambiando de color, de textura, de ritmo hasta convertirse en una fiesta de color y libertad.