Redacción Sociedad
No solo los alumnos van hoy a su primer día de clases en los regímenes Sierra y Amazonia. Igual ocurre con los maestros a contrato: 2 557 en Pichincha, entre nuevos, con renovación y reemplazos por jubilaciones.
Buena parte empieza con curiosidad por no saber qué será de su futuro. En el país son 34 111 bajo este sistema. Alexandra Chalco está preocupada. Tiene 30 años y hace ocho egresó de la U. Central como licenciada en Ciencias de la Educación.
Hasta el año pasado también trabajó para el Estado, como bonificada. Ganaba USD 150 al mes y no tenía más beneficios de Ley. El viernes firmó su contrato para laborar en la escuela Selfina Castro, en Alóag, hasta el 31 de diciembre próximo. No conocía dónde está el plantel, vive en Chillojijón, en Sangolquí, y calcula que requerirá unos cuatro buses para trasladarse al lugar desde su casa.
Dará clases de cultura estética (manualidades). Le angustia no saber “qué pasará luego”. Está casada, su esposo es mecánico y tienen una hija de 3 años.
En la Dirección Provincial de Educación de Pichincha (DPEP), donde hacen el trámite, se indicó que los contratos son por 10 meses renovables y se firman cada tres meses. De septiembre a diciembre, de enero a marzo y de marzo a junio. Para ellos, las vacaciones no son pagadas.
Mercedes Collahuazo está contenta. Vive en La Gasca y se siente afortunada por haber sido ubicada en la escuela Jorge Washington, en Santo Domingo, en el Centro de Quito. Pero en realidad no tiene tanta suerte.
Hace 10 años sacó su licenciatura en la Universidad Central y ganó el reciente concurso de oposición y merecimientos para ingresar al magisterio fiscal. Debía dar clases en la escuela Ficoa, de Malchinguí. “Escogí esa escuela para dar la clase demostrativa. Gané, pero me dijeron que por ahora no les hace falta personal. Ahora lo único que queda es esperar hasta que el Ministerio de Educación me reubique, mientras firmo el contrato temporal”.
Liliana Sevilla, de 37 años, intenta sobreponerse, pero llora. Estaba alegre porque en 1997 se graduó en la U. Central como psicóloga educativa.
Ha trabajado en centros particulares, donde ganaba USD 70 al mes. Pero este año puso su carpeta en la Dirección de Pichincha y salió favorecida con un trabajo.
Primero le dijeron que tenía que dar clases en la escuela Jacinto Collahuazo, luego en la Pichincha. Ninguna está en los alrededores de su casa, en La Ferroviaria, en el sur de Quito. Se ubican en Zámbiza y Lloa. “No puedo tomar este empleo. Mi esposo es pintor, su trabajo no es fijo y sale de viaje seguido. Si me voy tan lejos, quién va a llevar a mi hijo Sebastián al jardín. Me dijeron que si no quiero no firme”.
Soraya Toro, directora de la escuela Enma Vaca, en El Beaterio, la consoló. Buscaba una profesora para cubrir las cinco contratadas que necesita. Además, tiene cuatro con nombramiento, para 228 alumnos y alumnas. “He puesto boca pero no ha sido suficiente. Tenía cinco desde el año pasado, pero se fueron a trabajar en la Unidad Milenium del Municipio de Quito, donde ganan más. No puedo ayudar a Liliana (Sevilla) porque es docente de colegio”.
La historia de Julissa Magallón es distinta. Viene de Los Ríos con su título de licenciada en Ciencias de la Educación. Dice que su vocación siempre fue enseñar, que su cualidad es la paciencia.
Trabajó en centros particulares, donde ganaba hasta USD 120. Ahora está contratada para servir en la escuela Helena Cortez de Bedoya, en Carapungo. Vive en Calderón, así que le queda cerca.
Miriam Salazar, de 35 años, se graduó como licenciada hace tres en la UTPL. Empezó reemplazando a profesores, intentó concursar para una plaza en el magisterio. Pero al ingresar sus datos en la página web del Ministerio de Educación, el sistema no respondió. Le dijo que ya constaba en él con nombramiento accidental. Era un contrato temporal como el que le renovaron en la escuela Carmen Hidalgo, de Cumbayá.
“Gano USD 300 con el descuento del IESS. Gracias a Dios mi esposo cuenta con un buen trabajo, si viviera solo de mi sueldo no sobreviviríamos, tenemos tres hijos de 14, 12 y 2 años”, dice.
Teresa Calle, directora, cuenta que siete de sus 21 docentes son contratados, dos reemplazan a jubilados. Los demás son de materias especiales como cultura física, inglés, computación, laboratorio de CC.NN. y música.
Los nombramientos están listos
“Los maestros se contratan tomando en cuenta el sector donde viven. Pero no siempre hay partidas en los lugares donde viven los profesores”, afirma Jaime Cardona, del programa de Universalización de la Educación Básica.
El año pasado 34 000 maestros participaron del concurso de oposición y méritos para ingresar al magisterio fiscal. Se disputaban 11 380 partidas y 5 732 profesores han ganado concursos.
De ellos, 3 486 ya aceptaron el nombramiento. De las personas que ya aceptaron, 2 946 ya tienen el nombramiento. Las restantes están a la espera de que les entreguen el contrato que no se podía formalizar durante las vacaciones en la Sierra o por falta de documentos habilitantes.
Según Cardona, el Ministerio estará constantemente en proceso de concursos. Siempre que un profesor se jubila o renuncia se abre una vacante, la cual se debe llenar por concursos. Antes de 2006 no había procesos masivos de jubilación ni de contratación.
En cuanto a los concursos para llenar las partidas vacantes, ya se han concluido y los resultados están publicados: 9 491 concursos de ingresos y 2 509 ruedas de cambios (maestros que estaban en una zona rural y que desean acercarse a la ciudad).
Del concurso de ingresos 5 732 procesos tuvieron ganadores, el resto fue declarado desierto y se abrirán nuevos concursos porque los participantes no alcanzaron el puntaje o no hubo aspirantes.
Para fines de este mes ya se resolverán las apelaciones que faltan y ya se habrán dado los nombramientos de los ganadores.