Sitiado en la Embajada de Brasil, el derrocado presidente de Honduras, Manuel Zelaya, hizo que miles de hondureños salieran a las calles a festejar su regreso sorpresivo a Tegucigalpa.
Sin embargo, el retorno también significó una dura semana para ese país debido a los violentos enfrentamientos entre los seguidores de Zelaya y miembros del Ejército.
Zelaya regresó a la capital hondureña después de tres meses en el exilio para buscar su restitución, en un desafío al Gobierno de facto que prometió arrestarlo. Zelaya fue depuesto y expulsado del país a punta de pistola y en pijamas hacia Costa Rica. Desde entonces había intentado volver a su tierra natal a través de negociaciones diplomáticas que finalmente naufragaron.
“Soy el presidente legítimo electo por el pueblo y por eso vine aquí”, dijo desde donde se encontraba refugiado. “Vengo a ayudar a mi país y a mi pueblo, y mi presencia aquí es para esto”. Zelaya contó que regresó a Honduras después de haber hecho un largo viaje de 15 horas para llegar a la capital.