Santiago Zeas.
Corresponsal en Bogotá
La crisis diplomática entre Colombia y Venezuela se trasladó definitivamente al plano comercial.
Dos meses después del estallido de la última fricción entre ambos países, los empresarios y el Gobierno colombianos empiezan a creer que el presidente venezolano Hugo Chávez en verdad está dispuesto a cerrar el comercio bilateral. Su promesa de dejar en cero el intercambio comercial la formuló como respuesta al acuerdo militar entre Colombia y EE.UU., así como a la denuncia colombiana de que Venezuela entregó cohetes a las FARC.
En principio ni los gremios colombianos ni la Casa de Nariño dieron crédito a la amenaza del líder bolivariano. En anteriores episodios de tensión, Chávez había dicho que reduciría el comercio con Colombia, pero sus anuncios habían quedado en palabras.
La situación ahora es distinta. Las cifras oficiales revelan que las medidas tomadas por el Gobierno de Caracas afectan a un comercio bilateral, que en 2008 llegó a USD 7 200 millones.
Según el último reporte de la Dirección de Impuestos y Aduanas (Dian), las ventas hacia Venezuela disminuyeron un 31,1% en los primeros 29 días de agosto, en comparación al mismo período de 2008.
Esa cifra es el resultado de al menos tres acciones restrictivas que el gobierno de Chávez ha tomado en las últimas semanas. Todas ellas se han enfocado a empresarios y comerciantes colombianos.
La primera acción que mayor impacto tuvo fue la terminación unilateral de un programa de cooperación en materia energética en la frontera. Con ese instrumento Venezuela aprovisionaba de 2,2 millones de galones de combustible al departamento colombiano de Santander con precio preferencial. El galón venezolano se comercializaba en 300 pesos (USD 1,7), mientras que el galón de la gasolina colombiana se vende en unos 6 000 pesos (USD 3).
La segunda medida de Caracas, según la revista Semana, es impedir la renovación de los registros para importar productos colombianos. El objetivo es que los importadores venezolanos compren mercancías y alimentos que no sean de origen colombiano.
Una tercera medida que ha caído como un mazazo es el progresivo bloqueo de frecuencias para aerolíneas colombianas.
Avianca, Aero República y Aires afrontan la suspensión de rutas, la no renovación de otras y la restricciones para operar con su nueva flota Airbus. Además, la firma venezolana Vensecar es la única autorizada para operaciones de carga aérea entre ambos países.
En diálogo con este Diario, el canciller colombiano Jaime Bermúdez reconoció que la Casa de Nariño está “preocupada” por el actual escenario comercial con su vecino del norte. “Tenemos el interés de hablar con claridad, de buscar soluciones bilaterales y, por supuesto, que no se afecten las relaciones que benefician a los dos países y fronteras”.
El Gobierno y los empresarios de Colombia han acordado abrir mercados alternativos a mediano y corto plazo (ver nota anexa).