Redacción Sociedad
Para recibir a 4 700 alumnos, en la mañana, se requieren 102 aulas; en cada una estudian en promedio 50 jóvenes. Los proyectores, computadores e Internet, que equipan a las de segundo y tercero de bachillerato, hacen que Guillermo Rosero, rector removido de su cargo el 6 de octubre pasado, afirme que “el Mejía es un colegio del milenio”.
Pero la tecnología no es el único punto que diferencia a este plantel laico, el primero fundado por Eloy Alfaro en 1897, de otros no solo públicos. Eso se confirma con un recorrido por los tres locales, ubicados sobre la calle Vargas, entre Ante y Arenas, Riofrío y Matovelle, en el centro de Quito.
Una piscina semiolímpica, un coliseo de uso múltiple, un estadio de fútbol, 14 canchas de basquetbol, seis de voleibol y dos de tenis son parte de la infraestructura deportiva.Además, hay laboratorios e incluso un museo, con esculturas en madera de las etnias del país. Este se usa en las clases de ciencias sociales y puede ser visitado por el público.
También cuentan con una sala para las asambleas, oficinas para el Consejo Estudiantil, el Comité de Padres y la Sociedad de Profesores Jubilados, etc. Las instalaciones superan a las del Liceo Internacional, cuyos alumnos obtuvieron el primer lugar entre 1 350 establecimientos públicos y particulares, en las pruebas del Sistema de Evaluación y Rendición Social de Cuentas (SER).
Sin embargo, en mayo, cuando los resultados se dieron a conocer, llamó la atención el puesto 99 en que se ubicó el Mejía.
El presidente Rafael Correa, en el evento en que se premió a los mejores (que sacaron 12 sobre 20), dijo: “Los estudiantes de los colegios más bulliciosos y revoltosos primero deberían hacer una revolución académica”.
Juan Mencías, de 16 años, cursa el segundo de bachillerato, y no está de acuerdo con cuestionamientos a la calidad. “Ingresé ilusionado por el prestigio. Hubo desorganización en la toma de pruebas, a los evaluadores no les importaba si contestábamos”.
Él también rescata el sistema de promoción diferente, en el que pesa el rendimiento global y no por materias. El alumno debe alcanzar 75 del 100% del puntaje en diferentes áreas.
Guillermo Rosero asegura que le impactó el puesto 99 y más que nada la socialización de los resultados. “Se dio prioridad a la educación privada y se marginó a la pública. Es un termómetro, pero no refleja lo que somos. Si 12 o regular es el parámetro, entonces quienes sacan esa nota deben pasar el año”.
Rosero, con 33 años como docente y tres en el rectorado, admite que sí hay puntos que influyen en el nivel de aprendizaje. “La sobrepoblación dificulta el trabajo.
No podemos ofrecer educación individualizada. Eso repercute en el sistema de evaluación y en la relación alumno-maestro y viceversa”. Para ingresar a octavo de básica, este año lectivo, hubo 2 500 aspirantes y cupo solo para 400.
Otro factor puede ser el choque de los maestros con la tecnología. Buena parte de los 256 profesores tiene 45 años en promedio y más de 30 en el colegio.
El 50% ya recibió capacitación para usar Internet. “Por la edad no sabíamos sino manejar una máquina de escribir Remington”, cuenta el ex Rector, que recalca que el 80% del personal es catedrático universitario.
Edwin Guerrero, presidente de la Sociedad de Profesores Jubilados, se retiró en 1996 tras 40 años de servicio (tiene 73). En su época de estudiante (en el Mejía) existían también el Montúfar, Montalvo, Manuela Cañizares, San Gabriel y La Salle.
“El Mejía siempre fue contestatario, se fundó para equilibrar la educación en el país, que en esa época estaba en manos religiosas. Los liberales, de clase media alta y alta, matriculaban a sus hijos aquí. Galo Plaza Lasso estudió en el Mejía cuando su padre fue Presidente de la República”.
Aunque también había alumnos de clase popular de la Costa. Hubo un internado, construido por el presidente Velasco Ibarra.
La composición social del alumno del Mejía ha cambiado. “Ahora es de media baja y de estratos populares”, sostiene Rosero. Sin embargo, eso hace que luchen por sus objetivos. “No tienen la vida asegurada…”. Desde el lunes 12 de octubre, el Rector, Vicerrector e Inspector General fueron removidos.
Norma Alvear encabeza la comisión de reorganización académica, administrativa y financiera. El informe lo tiene desde hace una semana el ministro Raúl Vallejo.
Los maestros aseguran que en el Mejía no hay problemas, el Consejo Estudiantil y varios padres sostienen que la politización a manos del MPD hace mucho daño a la institución.