Santiago Estrella Garcés.
Desde Montevideo
Hace algún tiempo, cuando ocupaba el Ministerio de Agricultura y Ganadería y mucho antes de conocerse que sería el más serio aspirante a convertirse en presidente de Uruguay, José Mujica dijo que sería absurdo cerrarse al mundo. Así desechó los miedos de que su pensamiento de ex guerrillero tupamaro, de línea pro cubana, se impondría en el país.
Es más, cuando Uruguay discutía hace aproximadamente dos años si era viable un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos (que finalmente fue descartado), dijo “si tengo que tragarme un sapo, lo tragaré”, dejando así de lado su fe de años atrás, en busca de un pragmatismo mayor.
Fuertes ante la crisis
Uruguay fue de los Estados de América Latina mejor posicionados frente a la crisis económica global, porque es un país fundamentalmente exportador de carne, arroz, lana y lácteos. En esos rubros los ajustes de precios fueron importantes pero no tan críticos como sucedió con la soya, el trigo y el maíz.
La crisis en Uruguay fue corta, si bien el impacto del gasto público cayó en el primer semestre por el debilitamiento del sector externo. El país solo tuvo un trimestre de caída y su macroeconomía sigue fuerte.
Ha sido un país abierto al mundo, con fuerte inserción en el sector servicios y financiero.
En un encuentro con los empresarios locales e internacionales, junto con compañero de fórmula, Danilo Astori, y al que asistió EL COMERCIO, dijo algo que volvió a tranquilizar: dará continuidad a la gestión del presidente actual, Tabaré Vázquez, quien goza del 75% de aprobación de esta República de 3,6 millones de habitantes.
“En la Constitución de la República no dice que el Vicepresidente tiene que encargarse de la economía, pero tampoco dice lo contrario. Tampoco dice nada del sentido común, (que) es algo tan bastardo, tan humilde, con tan poco ‘marketing’. Pero el sentido común nos dice que si estos datos andan bien, para qué pedir un segundo camino. Los experimentos hay que hacerlos cuando es necesario, pero también es necesario dar continuidad a una política que fundamentalmente busca dar confianza. El nervio central de nuestro desarrollo se llama inversión y para que exista inversión debe existir confianza”.
Ocurre que el gobierno de Tabaré Vázquez, que terminará el 1 de marzo del próximo año, deja al país con una solidez financiera, con un aumento salarial sin precedentes, altas tasas de inversión extranjera y local. Algunos datos son envidiables: elevación del salario en 23%, más de lo ocurrido en los últimos 20 años; 14% de crecimiento de la inversión; el desempleo bajó del 13 al 6,8%; inflación que no supera el 7%, crecimiento del 100% para la industria turística. El crecimiento de la economía fue superior al 5% sostenido este lustro, con picos del 8%.
Cuando uno mira cinco años atrás, se encuentra efectivamente una situación internacional muy favorable. Pero, por otra parte, puntos bastante fuertes en la gestión económica, como son, en primer lugar, la prudencia del manejo fiscal sobre todo hasta 2007. En segundo lugar, encuentra un manejo profesional de la deuda pública. Se creó una oficina de deuda pública que manejó de manera profesional esa pesada carga financiera heredada. De tal manera que los vencimientos fueron escalonados y diferidos en el tiempo”, dice el analista económico Gabriel Oddone.
Según el ministro de Economía, Álvaro García, “la administración también hizo hincapié en la estabilidad de las políticas microeconómicas que se dejaron de lado muchos años, y por eso se mejoraron las reglas. Era imposible tener un país productivo e innovador si no cambiábamos las herramientas del Estado y un estímulo fundamental a las inversiones”.
El manejo económico de Tabaré estuvo en manos de Danilo Astori, quien además de prudencia, continuó con acciones económicas de gobiernos anteriores que consideró válidas para Uruguay.
“Introdujo razonabilidad y prudencia, sobre todo continuidad de acción que viene de gobiernos anteriores. El Gobierno introdujo renovaciones importantes, en salud, manejo de políticas sociales, creando un Ministerio de Desarrollo, una reforma tributaria (impuesto a la renta a personas físicas) que permitió innovaciones en materia de promoción de inversiones para generar exoneraciones y más”, dijo Oddone.