Puedo escribir los textos más tristes esta noche. Escribir, por ejemplo: la revolución cubana va a cumplir 51 años, pésimamente dirigida por los hermanos Castro, y no se avizoran síntomas de cambio, alivio o rectificación. El Gobierno insiste en el disparatado curso de la planificación centralizada, los planes quinquenales, el colectivismo, la burocracia indolente que todo lo controla, el palo y tentetieso contra cualquiera que desafine en el coro, bajo la autoridad de un partido único guiado por Fidel, el líder amado, y por su hermano Raúl, porque, para colmo, ahora hay que practicar la bigamia cortesana y amar a dos líderes repulsivos simultáneamente.
Raúl acaba de decir que en 2009 las exportaciones cayeron un 23%, las importaciones un 37 y las inversiones un 16. Pero esos son números vacíos. Aquí va un dato más elocuente del panorama general: en 2009 Cuba produce la misma cantidad de azúcar que en 1902, cuando no había tractores, electricidad o camiones. En 1902 existían un millón y medio de cubanos que se movilizaban a lomo de caballo. Hoy hay 11 que ya ni siquiera tienen caballos.
Esto es importante tener en cuenta para entender el estado anímico de la sociedad cubana: las tres primeras generaciones de la República (1902 a 1958), en medio de crisis económicas -incluida la del 29- desórdenes, corrupción y períodos dictatoriales, progresó notablemente hasta colocarse en el pelotón de vanguardia de América Latina. Cada una de esas generaciones vivió mejor que la anterior. En cambio, las tres generaciones posteriores a la dictadura comunista (1959 a 2009) experimentaron lo contrario: cada una de ellas ha vivido peor que la precedente.
Por eso los cubanos solo piensan en emigrar: los Castro les enseñaron la cruel lección de que el futuro siempre será más negro, pobre y desagradable que el miserable presente que padecen.
¿Cómo terminará este fallido proceso? Con la demolición de esa forma de gobernar. El sistema comunista tiene muy pocos partidarios reales. Hay gente que se presta a apalear adversarios orquestados por la policía política, pero hay contadas personas con convicciones marxistas, persuadidas de que ese modo cruel de sociedad algún día traerá la felicidad a los cubanos.
¿Cuándo ocurrirá esto? Con la ‘solución biológica’. Fidel (83) debe tener la esperada cortesía de morirse, luego Raúl (78), siempre un buen discípulo, debe seguirle los pasos educadamente.
A los Castro los obedecen por miedo y por la inercia propia de estas largas tiranías -ocurrió en la España de Franco-, pero una vez desaparecidos los sultanes, comienzan a aflorar los verdaderos deseos de la inmensa mayoría.