De muchas maneras se ha evidenciado la actitud fraterna y compasiva de los ecuatorianos frente al terrible terremoto del pasado 12 de enero en Haití, que dejó más de 200 000 muertos, una grave situación humanitaria y la destrucción de un alto porcentaje de la infraestructura del país más pobre del continente.
Cientos de miles de ecuatorianos, de todas las edades, expresaron de variadas maneras su solidaridad y su generosidad con el pueblo hermano. El llamado de organizaciones religiosas, estatales y privadas para que los ciudadanos contribuyan con agua, medicinas, comida enlatada, entre lo más urgente, tuvo una respuesta extraordinaria.
Esa respuesta fue tan masiva que los directivos de la Defensa Civil y la Cruz Roja tuvieron que poner una fecha tope para la recepción de las donaciones, pues la cantidad de ayuda se fue represando en las bodegas de las instituciones y a pesar de los esfuerzos de las instituciones encargadas aún no se encuentra una manera eficaz de transportarlas y llegar con ellas (cerca de 500 toneladas) a los millones de haitianos damnificados.
El Gobierno ecuatoriano también actuó rápidamente para ofrecer su colaboración con delegaciones de médicos y expertos en salud pública.
El Presidente de la República viajó para entregar personalmente la ayuda y constatar el drama. Justamente fue esa comprobación lo que motivó la posterior convocatoria a la reunión de los países de la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur), que se realizó en Quito este martes y que dejó muy buenos resultados, entre ellos la decisión de entregar USD 100 millones, que aún tardará en concretarse y, en el caso ecuatoriano, legalizar la situación de los haitianos que viven en el país.