Cuando se trata de buenos negocios, los gobiernos latinoamericanos cierran los ojos ante los pecados del socio. Eso pasa con China. Se puede reclamar y con razón a Cuba por violaciones a derechos humanos y políticos. Total, el comercio con la isla es pequeño y el costo diplomático manejable. Pero olvídese de hacer lo mismo con el país asiático. En política internacional el doble estándar está a la vista.
En 10 años más, China será el segundo socio comercial de América Latina y le pisará los talones al primero, Estados Unidos, según indica la Cepal. En el sur del continente el país asiático es un actor clave: compra con avidez materias primas y vende por doquier y a granel. En el centro y en el norte, la situación es algo distinta pero avanza la conquista.
Voces tímidas se levantan para reclamar que en ese intercambio se introduzcan variables sobre temas de derechos humanos, ambientales y laborales, como las que existen por ejemplo entre México y la Unión Europea. El país azteca debe abrirse periódicamente al escrutinio y recibe duras críticas de grupos no gubernamentales y de la ONU.
De las evaluaciones que se hacen a México salen raspones y algunas medidas reparadoras. Es lo razonable y justo. Pretender algo similar con China, una de las potencias armamentistas, parece imposible.
El senador izquierdista chileno, Pedro Muñoz, demandó en abril a propósito de la programada visita del presidente de China, Hu Jintao, incluir temas de derechos humanos en la relación con ese país, con el que Chile tiene el mayor intercambio en el continente. “No podemos tener un doble estándar”, dijo el militante del Partido Socialista que en marzo, por primera vez, criticó a Cuba por la represión política.
Los gobiernos de izquierda reclaman a EE.UU., su primer socio, por cualquier falta o lo tachan de imperio maligno. Ni en broma hacer lo mismo con China que, aunque se sigue proclamando país en desarrollo, es la tercera economía del mundo.
En China, cuyo empuje genera admiración entre los latinoamericanos, no hay prensa libre, se reprime a la disidencia con cárcel, se aplica la pena de muerte a más de 1 700 personas al año y se contamina con acelerador a fondo. 16 de las 20 ciudades más contaminadas del globo son chinas, según el Banco Mundial. En China no es posible acceder a Twitter, Facebook o YouTube.
Diversas organizaciones han documentado por décadas los problemas de China, incluso la ONU presentó un informe que en el 2009 fue respondido con negaciones y generalidades. Entretanto, algunos gobiernos latinoamericanos siguen con los ojos cerrados y solo alzan la bandera de los derechos humanos con países como Cuba. El doble estándar.