Los errores que se cometen en el manejo de una economía tarde o temprano pasan la factura. De ahí el adagio que dice que la economía no perdona los desaciertos.
En épocas de bonanzas, muchos gobiernos se olvidan de que las economías están sujetas a ciclos que se repiten inexorablemente, y se gastan no solamente lo que recaudan internamente, sino que entran en un frenético endeudamiento público.
Mientras dura la fiesta, todo el mundo se divierte sin pensar en el mañana. Cuando finalmente los excesos terminan, y la situación se vuelve insostenible, la factura la tienen que pagar todos.
Perdida la confianza de sus electores, los responsables del descalabro son reemplazados por un nuevo equipo que promete poner la casa en orden.
Sin embargo, la tarea no es sencilla, ya que para recoger los escombros se necesitan aplicar políticas de ajuste que afectan a los que menos tienen, y cuyos resultados son por lo general inciertos.
No se trata de políticas neoliberales o de otra índole para corregir los desequilibrios. La receta es simple y no tiene sobrenombre. Hay que incrementar los ingresos, reducir los gastos y reestructurar la deuda pública.
La irresponsabilidad de unos pocos pasa la factura a muchos que tienen que sacrificar su bienestar para pagar los excesos del pasado.
Este es el caso de Grecia, país que supuestamente se iba a beneficiar con la adopción del euro, y entrar por la puerta grande al Primer Mundo. Si bien las reglas económicas para acceder a la UE son por lo demás estrictas, una vez adentro, no existe la institucionalidad para hacerlas respetar.
De ahí que los límites de 3% del déficit fiscal y del 50% de deuda pública con respecto al PIB, simplemente no han sido observados.
Grecia registra un déficit fiscal de cerca del 14% del PIB igual que Irlanda. España le sigue con el 11,2% y Portugal con el 9,2%. La crisis griega amenaza con contagiar a estos países poniendo en peligro la estabilidad de la eurozona. De ahí que el monto del rescate financiado con fondos aportados por los países que conforman la UE y por el FMI no tiene precedente.
La cifra asciende a USD146 mil millones equivalente al 41,4% del PIB.
Grecia se compromete a reducir el déficit hasta llegar en el 2014 al límite fijado por la UE. Con el ajuste, la economía caerá en un 4% este año, y 2% el próximo para luego crecer modestamente. A pesar de la dureza del ajuste, la deuda pública en vez de reducirse aumentará al 149,1 % del PIB en el 2013. El desempleo continuará en aumento.
Como parte del ajuste, la situación griega demanda una reducción del monto de su deuda para llevarla a niveles manejables con el tamaño de su economía. Por lo tanto, hay que reducir el tamaño de la deuda, para lo cual, los bonistas griegos deben de pagar parte de la factura, compartiendo los costos del rescate.