La paz se alteró en Sabanas de Pagua, aldea del cantón El Guabo, provincia de El Oro. Desde la semana pasada, el ir y venir de patrulleros y camiones de la Policía es común en el pueblo de 400 habitantes, al cual se accede por una estrecha vía de segundo orden.
Los carros levantan nubes de polvo. En sus casas, los comuneros corren las cortinas y cierran las puertas. La mayoría prefiere no hablar de un hecho insólito que ni siquiera lo vislumbraron en sueños: la presencia de un submarino para llevar droga.En medio de un fuerte operativo, el pasado jueves agentes antinarcóticos de El Oro y Guayas allanaron un predio camaronero de 8 ha en el caserío. Apartado y rodeado de un manglar tupido se descubrió el submarino artesanal que tiene el largo de un bus escolar: 15 metros. El interior tiene espacio para alojar hasta 5 toneladas de droga. El destino del alcaloide, se presume, era México.
Sabanas de Pagua vivía de espaldas a las actividades de la camaronera. Los comuneros aseguran que solo veían el paso de los camiones cargados con camarón y balanceado. No vieron movimientos extraños. María (pidió que su apellido no fuera mencionado) se muestra sorprendida.
“Nunca escuchamos nada raro, hasta que el lunes nos enteramos por la televisión”. La campesina tiene una pequeña tienda en el patio de su casa, en el descampado de una bananera. Sus clientes, todos jornaleros de las plantaciones cercanas, no se animan a hablar.
La Policía Antinarcóticos estuvo seis meses tras el movimiento en la camaronera. En esas tareas colaboró el Departamento Antinarcóticos de Estados Unidos (DEA), según confirmó el martes el jefe de la Policía de El Oro, Enrique Jácome.
Se determinó que el apartado predio fue adquirido por una persona de nacionalidad colombiana, el año pasado. El día del allanamiento se detuvo a tres empleados y al guardia de la camaronera. A los agentes les llamó la atención que la camaronera permaneciera inactiva, pese a estar rodeada de otras propiedades en plena producción. Las piscinas donde se ubicó al sumergible lucen secas, la hierba crece en los alrededores. La camaronera se halla en una zona estratégica, apartada de la carretera principal, pero cercana al mar. Por tierra se accede desde el costado derecho de la vía Machala-Guayaquil, cerca del límite provincial. Un agreste camino de tierra se interna 12 kilómetros entre vastas plantaciones de banano, cacao y limón.
Desde allí se recorren otros 5 km por una trocha abierta entre un conjunto de camaroneras. El artefacto de color celeste está semienterrado al lado de un estero. Sobre el sumergible hay una estructura a medio construir, la cual se presume debía servir para levantarlo. El submarino, una vez cargado con la droga, navegaría por el río, en marea alta o aguaje (son cíclicos, cada 15 días).
La nave está a menos de 20 minutos del mar. De acuerdo con las investigaciones, el equipo pudo venir de Colombia. En los alrededores se hallaron embalajes de equipos de comunicación de ese país. “Creemos que un técnico colombiano asesoró a armadores locales para fabricarlo”, dijo el Jefe Antinarcóticos de El Oro.
Para evitar los radares, este tipo de sumergibles artesanales navega a un metro de la superficie del agua. Un rústico sistema de ductos en el exterior le permite el ingreso y expulsión de aire.
La estructura del artefacto es de fibra de vidrio, material utilizado en la confección de pequeñas embarcaciones de pesca artesanal. Carlos Cruz, dirigente pesquero de Puerto Bolívar (Machala), explicó que el material resulta apropiado porque flota muy bien, por su resistencia y menor costo con relación a la madera o el metal. “Elaborar un bote del tamaño del sumergible puede llevar hasta tres meses. Su costo depende de la calidad de la fibra”.
Los talleres artesanales que fabrican botes de fibra se concentran en Puerto Bolívar y Hualtaco (Huaquillas). “Puede ser que el aparato lo armaron en algún taller y lo trasladaron por piezas a través de los esteros”, sostuvo Cruz. El hallazgo del submarino trajo desconfianza a Sabanas de Pagua. Luciano Valencia, presidente de la comuna, afirmó que últimamente han visto a gente extraña que rondaba por la vía de ingreso. “Tememos por nuestras familias, por los niños que van a la escuela”. En el pueblo, donde se cultivan 3 000 ha de banano, la gente trabaja en plantaciones de la fruta. Los dueños de las fincas provienen de El Guabo.
María sacó provecho temporal por la presencia de los policías. “Pasan por aquí y van llevando aguas, colas y galletas”.