Antes de que caiga la fuerte lluvia, María José Vaca corre con su bebé de ocho meses en brazos. Su apuro es por subir a un ‘carrito’ que la lleva junto a otros tres pasajeros hasta su barrio Vista Hermosa, en el sur de Quito.
Se trata de los taxirruta que están apostados en la calle Manuel Coronado y brindan el servicio a los vecinos del lugar desde hace seis años. Tienen alrededor de 30 socios que trabajan todos los días del año llevando a los vecinos hasta la parte más alta del sector.
La tarifa que paga Vaca es de USD 0,35, mientras que las personas de la tercera edad y los estudiantes tienen una tarifa diferenciada de USD 0,25. Así lo explicó Luis Valencia, presidente de la compañía que presta el servicio.
Según detalla, junto a sus compañeros trabajan desde las 06:00 hasta las 21:00 o más, según el día. Actualmente rentan el espacio en una propiedad del sector para estacionar y esperar allí a los pasajeros, de esta manera evitan encuentros con los agentes de tránsito.
Sobre la tarifa explica que cambió a raíz del último paro indígena de junio. Todo subió de precio y no tuvieron otra opción que igualar el precio al de los buses regulares.
Vaca reconoce que sí hay un bus que sube hasta su sector. Pero para tomarlo debe esperar entre 20 minutos y media hora. “A veces no hay tiempo o se sube con compras y el servicio (de los taxirrutas) es mejor y cuesta igual”, dice esta mujer, madre de tres hijos.
Y en eso concuerda Germán Cevallos, un socio fundador de una compañía similar que opera en el sector de La Magdalena. Hace casi dos décadas se unió con algunos vecinos para atender la necesidad de las mujeres y los más jóvenes de su barrio.
“No podían subir muy tarde porque ya no había buses”, recuerda. De esa manera más gente llegaba a conocer el servicio y a ocuparlo. Ahora también hacen carreras por calles aledañas cobrando unos centavitos extra.
Habitualmente en cada vehículo viajan cuatro pasajeros y el chofer. En horas de menor afluencia parten hasta con tres.
Aprovechando ese servicio subió Germán Mazabanda con su madre. Llevan varios paquetes que colocan en la cajuela del auto rojo que aguarda en la calle. “¡Vecino!”, saluda al conductor y pide una “carrerita”.
Su casa está a dos cuadras del trayecto normal y por la premura del tiempo prefiere arrancar sin que lleguen los pasajeros restantes. En ese caso el pago será de USD 1,50 hasta la puerta de su casa. Incluso dice que el conductor le ayudará a bajar las cajas. Se conocen del barrio y son compañeros del fútbol.
El hombre reconoce que ya no espera el bus y sube y baja de su casa con los “vecinos”. Entre los motivos está que se demoran demasiado y no respetan las paradas.
En cambio, estos taxirruta están siempre esperando, van más rápido y siempre viajan sentados.
Las sanciones y los expertos
Sin embargo, hay algo que preocupa a los conductores de los vehículos informales. Los operativos que realiza la Agencia Metropolitana de Tránsito (AMT) y que aplican fuertes multas y la retención del automotor.
Según la AMT, el no portar el título habilitante para ofrecer un servicio de transporte de pasajeros es la infracción en estos casos. Este año los operativos para controlar estos servicios informales se han intensificado. Entre enero y septiembre de este año se han realizado 1 071 procedimientos. El año pasado, durante el mismo periodo, fueron 331.
De acuerdo con el artículo 386 del Código Orgánico Integral Penal, la sanción es de USD 850, equivalentes a dos Salarios Básicos Unificados (SBU). Además, el conductor tendrá una reducción de 10 puntos a la licencia y la detención del vehículo por un mínimo de siete días.
Pero para Mario Villagómez, experto en movilidad, no hay razón para “perseguir” a estos prestadores de servicio. En su reflexión aduce que, si hay pasajeros y necesidades que cubrir, “está bien y no podemos cerrarnos a no dar ese tipo de servicio”.
Añade que el transporte es catalogado como un fenómeno discreto. Si en un barrio hay siempre la misma cantidad de pasajeros debemos solventar las necesidades para todos. “¿Puede que se solucione con un taxirruta?, claro que sí”, apunta.
La comunidad
Vaca resalta el servicio de los taxirruta en su sector. Incluso añade que pueden ser más seguros que viajar en bus. Ya que conoce a la mayoría de conductores prefiere movilizarse así y no esperar a los buses.
Para María Panchi, que vive en el sector de El Paraíso desde hace tres décadas, la vida ha cambiado con el servicio que dan los vecinos. Incluso su nieto trabaja ahora en las rutas para reunir lo necesario antes de la llegada de su primogénito.
Pese al riesgo, los pequeños autos siguen circulando para “brindar un servicio a la comunidad”, alega Valencia mientras espera pasajeros.
Incluso han sido ellos quienes han defendido a los conductores ante altercados con los conductores de bus o los agentes de tránsito. “Si no dan una solución no pueden prohibir que alguien dé el servicio”, reclama Gloria Herrera en la parada de otra ruta.
Esta parte desde el sector de La Santiago hasta una zona conocida como Las Terrazas. No hay un bus que llegue hasta su casa y por eso se mueve con su familia en estos vehículos que, aunque informales, cubren las necesidades de la comunidad.
¿Cómo operan?
La ilegalidad es la descripción de las actividades de los taxis ruta. Aunque están enfrentados constantemente a sanciones elevadas continúan trabajando.
Una forma de trabajo y subsistencia para los conductores y sus familias. Por cada vuelta cobran alrededor de USD 1,20 o USD 1,40. Trabajando todo el día pueden completar 20 viajes.
Puntuales
El afán de regularizar todo no está bien. Si el servicio funciona y no afecta al mercado no hay necesidad de intervenir”.
Mario Villagómez. Experto en movilidad.
La comunidad está conforme con los servicios de las compañías que son informales y que han brindado este servicio durante años.
Los vecinos confían en los choferes porque son personas que viven en el mismo sector y conocen la realidad y necesidades de sus pares.
Para el experto, tener gran cantidad de usuarios que utilicen el servicio es un indicador suficiente de que este es necesario en los barrios más alejados o altos de la ciudad.
¿Cómo contactar a la unidad?
Si tiene una historia o una denuncia puede escribir a parmijo@elcomercio.com
¿Cómo surgió el tema?
El transporte en Quito es un conflicto que se evidencia a diario en las calles. Numerosos barrios alejados no cuentan con servicio de transporte o tienen pocas unidades. Generalmente la población de los barrios altos es numerosa y sus habitantes salen al hipercentro.
Sanciones
La Agencia Metropolitana de Tránsito realiza constantes operativos para sancionar a estos vehículos con una multa de USD 850, 10 puntos menos y retención del auto por siete días.
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