Por primera vez en cinco años, nació un panda gigante en el zoológico de Ueno (Tokio). Fue en esta semana. Foto: AFP
Definidos como cárceles de animales por sus detractores, o como lugares necesarios para la conservación de especies por sus defensores, los zoológicos aún generan debate.
Cada año, la polémica en torno a su existencia se hace presente. En el 2015 las imágenes de animales abandonados en el zoológico de la Franja de Gaza, en el 2016 la muerte a tiros del gorila Harambe en el zoológico de Cincinnati y hace un mes la importación de fauna exótica para un zoológico local hicieron que los cuestionamientos resurgieran.
Según la Asociación Mundial de Zoológicos y Acuarios (WAZA), existen más de 1 300 sitios que convocan alrededor de 700 millones de visitantes al año y gastan USD 350 millones en la conservación de vida salvaje. ¿Pero cuál es la necesidad de estos centros en la actualidad?
Para Juan José Ponce, miembro del colectivo de Activistas por la Defensa y Liberación Animal (ADLA), es una falacia pensar que son necesarios para generar conciencia al permitir la interacción con los animales.
Lo que se está reproduciendo, para Ponce, es la “cosificación” de estos seres vivos y el concepto de que la vida humana tiene mayor valor frente a otras especies. Para el activista, este es un medio antinatural que no cumple con una función educativa.
Para Juan Manuel Carrión, secretario del directorio de la Fundación Zoológica del Ecuador, los zoológicos no deben dejar de existir, pero concuerda en que deben hacerlo “bajo la visión moderna”. Esto significa que no sea un espacio únicamente para la exhibición de animales, sino que se conviertan en centros de acogida para fauna maltratada o que necesite el cuidado humano.
Siguiendo esta tendencia, en América Latina se creó una certificación, en noviembre del 2016, para impulsar a los centros a cumplir parámetros de bienestar animal, educación ambiental y prácticas de conservación. Así lo explica Martín Zordan, director Ejecutivo de la Asociación Latinoamericana de Parques Zoológicos y Acuarios (Alpza), que reúne a 43 centros en 13 países de la región, incluido Ecuador.
Los zoológicos que cumplen su rol en beneficio de los animales son fundamentales para la rehabilitación y reinserción, ya que para un número determinado de especies “la naturaleza ya no es un lugar seguro”, dice el directivo de Alpza.
En el mundo, 19 especies han necesitado reproducirse en un ambiente bajo cuidado humano para evitar su extinción. En México, un ejemplo son las últimas palomas de la Isla Socorro que ya no existen en la naturaleza, solo en tres zoos del mundo que tienen un programa especializado.
Zordan resalta que no se debe generalizar el estado de estos centros, ya que como en todos los ámbitos, existen lugares buenos y malos. Según el Director Ejecutivo de Alpza, es necesario que se eleven las reglamentaciones en cada país para controlar el bienestar animal.
Reproducción y reinserción
La reproducción en los zoológicos es un punto que genera debate. Según un artículo científico publicado en la revista Daily Mail, en la mayoría de los casos las especies nacidas en estos centros no pueden ser reintroducidas a su hábitat original. Según Alpza, esta práctica es posible mediante un proceso.