Passeri sube travestida al escenario, cubierta con un velo y con alas. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO.
Una diva travestida canta en clave de son cubano Ne me quitte pas (No me abandones), canción del belga Jacques Brel, interpretada entre otros por la francesa Edith Piaf, una versión donde resuenan trompetas. Luego suenan ovaciones en los altavoces y la artista agradece los aplausos. Cuando llega al fin a su habitación llama con insistencia a su pareja, solo para constatar su soledad.
El contraste entre vida pública y privada marca desde un inicio la adaptación de la obra ‘El bello indiferente’, una pieza del dramaturgo francés Jean Cocteau escrita para Edith Piaf, una de las cantantes francesas más célebres del siglo XX. La obra se presentará el 29 y 30 de junio y el 6 y 7 de julio en el Teatro de la Casa de la Cultura Núcleo del Guayas.
La cantante ecuatoriana Ana Passeri interpreta a Zaida, esa “suerte de Lady Gaga o Celine Dion en Las Vegas” que tras su máscara drag queen y su figura de cantautora empoderada vive el drama de tener que pagar por la compañía de un amante, un hombre que representa el papel de su esposo. El actor Edisson Ávila encarna a ese amante indiferente, apenas con palabras de parlamento.
La puesta en escena indaga en la performatividad de género, una tendencia artística que “plantea comprender como un mismo cuerpo, sin importar su genitalidad, puede asumir cualquier personaje en la escala del espectro de género”, según el director español Aarón Navia. Cocteau sería hoy un autor ‘queer’, dice Navia, una palabra que no era empleada en tiempos del dramaturgo francés y que designa sexualidades que traspasan fronteras de lo socialmente aceptado. Aunque el debate de género en la obra está más bien contenido, se expone abiertamente en la estética con la que la artista se presenta al público.
“No me gusta hacer teatro militante. Yo siempre digo que puedo darle al público sobre qué pensar, pero no decirle qué pensar, la libertad es total, cada quien con sus experiencias y memorias sacará sus propias conclusiones”, dice Navia.
También se ha “travestido” un tanto la puesta en escena, en una adaptación que sustituye a la mujer anónima y decadente de la pieza original –en algún momento célebre cantante y luego desquiciada amante ante la indiferencia de su gigoló– por una rutilante estrella en el esplendor de su carrera.
La adaptación gana también un fondo musical. Passeri interpretará también Tenía 18 años, tema que popularizó en los años 60 la cantante francesa de origen egipcio Dalida. Y también estrenará un bolero inédito de su autoría, Ausencias. La propia Passeri fue la que le llevó el texto a Navia.
“Me parecía que era una manera muy poética de humanizar a la artista (…) Hemos respetado el texto de Cocteu más allá de la estética que ha querido imprimir el director”, indicó Passeri, cantante de musicales, ópera y zarzuela. “Zaida es una diva pop maravillosa.
El público la va a ver en un momento depresivo, riendo y gozando, o también llorando. Es un recorrido por todas las emociones que están envueltas en una ‘El bello indiferente’, en una versión queer, en una sola noche”.